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El Encuentro de Diaconía 2025 reunió a más de 140 referentes comunitarios de Argentina, Uruguay y Paraguay en Misiones para celebrar la fe y renovar el compromiso de servir, cuidar y transformar la vida desde el amor al prójimo.

Del 10 al 12 de octubre, el Hogar San Juan de Eldorado fue sede del Tercer Encuentro de Diaconía de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, organizado junto a la Fundación Protestante Hora de Obrar y el Servicio Evangélico de Diaconía (SEDi). 

Bajo el lema “Frente al descuido de la Casa Común, seamos comunidades diacónicas de transformación desde la fe”, 140 personas se reunieron para reflexionar, compartir experiencias y fortalecer los lazos que sostienen la vida comunitaria.

En este encuentro pudimos comprobar que el cambio es posible. Nos reunimos muchas personas que están haciendo cosas distintas, a veces sin saber una de otra. Descubrir que no estamos solos ni solas nos da una gran alegría y una fuerza enorme para seguir. Creemos en un Jesús que nos llama todo el tiempo a cambiar la realidad con amor, solidaridad y ternura. Y esa ternura, como iglesia y organizaciones comunitarias, la podemos dar.”, expresó Nicolás Rosenthal, director ejecutivo de la Fundación Hora de Obrar.

Durante el devocional de apertura las personas asistentes fueron ingresando al templo por un camino de recuerdos que narraba la historia de los encuentros de diaconía desde 2023, mientras se entonaba el canto “Entra a mi hogar”.

En torno de la mesa —símbolo central del encuentro— se recordó que compartir los frutos de cada territorio es un acto de amor, de hospitalidad y de fe. Cada alimento representó el trabajo, la esperanza y la generosidad de las comunidades de la región. “Que la mesa sea para todos y todas”, invitó el Pastor Javier Gross, presidente de la Fundación Protestante Hora de Obrar, “porque en ella celebramos la abundancia de la vida y el encuentro que Dios nos regala”.

Cuidar la Creación: la fe hecha acción

El primer panel, moderado por Romario Dohmann y Mateo Fischer de la Fundación Hora de Obrar, abordó el desafío de vivir una ecodiaconía que promueva la justicia climática. El pastor Jorge Weishein invitó a pensar la fe en relación con la Tierra: “No somos dueños del planeta, sino parte de él. Cada gesto de cuidado y cada comunidad que planta, recicla o recupera su río, está participando del Reino de Dios en la Tierra”.

Las experiencias compartidas por las comunidades de Montecarlo, Colonia Delicia y 25 de Mayo reflejaron ese compromiso cotidiano: huertas, reforestación con especies nativas, ferias agroecológicas, limpieza del Río Uruguay y procesos de soberanía alimentaria que unen a la fe y la acción concreta. “Queremos que las nuevas generaciones aprendan a cuidar la naturaleza con amor y alegría”, expresó Doris Bischoff, ingeniera forestal y directora del INTA en Misiones.

Cada testimonio mostró que el cuidado de la creación es una forma de celebrar la vida, un modo de agradecer a Dios por los dones recibidos y de restaurar los vínculos con la tierra y con las personas.

Una diaconía que cuida y resiste en red

El segundo día abrió con un devocional basado en la parábola de la semilla de mostaza, recordando que el Reino de Dios crece en lo pequeño, en lo invisible, en los gestos cotidianos de cuidado.

Desde Brasil, el Dr. Rodolfo Gaede Neto invitó a pensar en la “diaconía preventiva”: una forma de vivir la fe que actúa antes del daño, protegiendo la vida, la salud y el ambiente. “El cuidado del mundo es una forma de culto”, expresó, destacando que Dios se manifiesta en la creación.

El pastor presidente de la IERP, Leonardo Schindler, retomó esa idea, “las comunidades indígenas nos enseñan a vivir con la tierra y no sobre la tierra. Como iglesia tenemos la oportunidad de unir nuestra fe con su cosmovisión, y ese diálogo nos transforma”.

Desde Paraguay, el Comité de Mujeres de Raúl Peña y el Comité Central Guazú compartieron su camino de organización y empoderamiento. “Hoy sentimos que somos un ejemplo para nuestras hijas, de que es posible hacer más cosas y ser independientes”, expresó Claudelina Benítez, su primera presidenta.

A partir del trabajo en Raúl Peña nació en 2017 el Comité Guazú, que articula una red de más de 200 mujeres y familias en el norte paraguayo. Con el acompañamiento de SEDi, desarrollan proyectos de soberanía alimentaria, producción artesanal y liderazgo de mujeres, para promover el apoyo mutuo y la autonomía económica frente a las desigualdades y violencias de género. El testimonio de estas mujeres muestra cómo la diaconía se convierte en una fuerza transformadora cuando se hace desde la tierra y desde los vínculos solidarios.

Por su parte, la Congregación Evangélica Alemana de Rosario presentó su testimonio de servicio cotidiano: viandas, roperos, lavaderos solidarios, talleres, acompañamiento a personas en situación de calle y reciclaje comunitario. “Es una alegría descubrir que aún en contextos difíciles, la diaconía florece como una red que sostiene y transforma”, compartió una de sus integrantes.

Así las experiencias resaltan la capacidad de las congregaciones de tender redes y convertirse en comunidades resistenciales frente a las adversidades del contexto, donde los gestos de cuidado y apoyo se transforman en manifestaciones concretas de la diaconía convertida en acción.

El último día de los pueblos libres

Luego de las experiencias compartidas, el encuentro vivió uno de sus momentos más conmovedores: el devocional a cargo de las comunidades originarias de Renacer de Colonia Delicia y Mbya Guaraní de Perutí, en conmemoración del 11 de octubre, último día de los Pueblos Libres.

En una atmósfera de recogimiento y respeto, recordaron que esa fecha antecede a la colonización europea y simboliza la resistencia y la continuidad de sus culturas: “Nuestros antepasados nos enseñaron que todos somos iguales y que la naturaleza es parte de nosotros. Antes de usar una planta o un árbol, pedimos permiso a la tierra, porque allí vive Dios”, compartió un integrante de la comunidad.

El cacique Heriberto Villalba, de la aldea Perutí, guió un Padre Nuestro extendido, con palabras en guaraní y español, celebrando un país multilingüe y multicultural. La oración, acompañada por cánticos y guitarras, unió espiritualidades diversas en un mismo llamado a cuidar la vida. Ese momento de comunión y gratitud recordó que la creación es también una mesa compartida entre los pueblos.

Escuchar, participar, transformar

Por la tarde, la Magíster Carolina Wajnerman propuso repensar la participación en las obras diacónicas: “No se trata solo de habilitar la participación, sino de inspirarla. La diaconía sucede cuando todos y todas nos sentimos parte de la misión”.

Así, jóvenes del equipo de coordinación juvenil de la IERP (ECOJ) compartieron sus agenda y llamaron a los y las presentes a comprometerse y acompañar su tarea, recordando que la ternura también es una forma de militancia de fe.

Desde el proyecto de Fortalecimiento Mbya de la Fundación Protestante Hora de Obrar, Laura Gomez e Ingrid Cardozo compartieron la importancia de la escucha para crear espacios participativos que convoquen. Comentaron que fue a partir de la escucha activa de los y las jóvenes mbya que se repensaron las intervenciones del proyecto, realizando actividades recreativas donde ellos y ellas puedan expresar sus sentires, generando espacios recreativos que fortalezcan su autoestima y pertenencia.

Asimismo, representantes de al red de centros comunitarios MISUR contaron cómo acompañan la vida de niños, niñas, adolescentes y familias desde la educación, el arte y el deporte, como un modo concreto de vivir la diaconía en el conurbano bonaerense.

Con estas experiencias como inspiración para el debate, las mesas temáticas trabajaron sobre los temas de: salud, niñez, pueblos originarios, mujeres, soberanía alimentaria, economía social y cuidado de la creación. Desde sus distintas realidades, reflexionaron sobre los desafíos que enfrentan las comunidades y los pasos dados desde el primer encuentro en 2023.

Dar fruto: diaconía que transforma

El devocional del sábado por la tarde convocó nuevamente a la mesa, esta vez adornada con uvas: símbolo de una diaconía que da fruto. El pastor Javier Gross expresó: “La diaconía, para ser transformadora, primero debe transformarnos a nosotros y nosotras. Debemos dejarnos interpelar por las necesidades del prójimo. Somos llamados a dar fruto, a salir de nuestros espacios y encontrarnos con quienes más lo necesitan”.

“No puede haber comunidad sin diaconía. Nuestro llamado es construir una diaconía transformadora, que crea en las segundas oportunidades y en un futuro distinto para quienes más lo necesitan”, agregó el pastor distrital de Misiones, Carlos Kozel.

Celebrar la vida

El domingo amaneció con lluvia y espíritu de gratitud. El culto de cierre, guiado por las y los jóvenes del programa de voluntariado de la IERP, revivió los pasajes de Juan 4:13-14 y Juan 7:37-39, recordando que la fe se alimenta de la experiencia y del encuentro con el otro.

El pastor presidente Leonardo Schindler invitó a mirar el testimonio de Jesús desde la justicia y la ternura. “El pecado del egocentrismo nos ha llevado a romper nuestra relación con la tierra, con las mujeres y con los pueblos originarios. La respuesta debe ser espiritual y concreta: una fe que se traduzca en justicia y en paz”.

La pastora Sonia Skupch, secretaria regional de la Federación Luterana Mundial, fue homenajeada y compartió una reflexión que marcó el cierre: “La diaconía no nace sólo del compromiso social o político, sino de las entrañas, de lo más profundo del corazón. Es respuesta al amor gratuito de Dios y fidelidad al llamado de servir con alegría”.

También se entregó un reconocimiento a Vania Zanow, quien guió la Santa Cena, por la finalización de sus estudios como diacona.

Las mesas de trabajo presentaron sus reflexiones a través del arte, el canto y la palabra. Cada grupo compartió un gesto de comunión, mostrando que la fe se hace visible en la creatividad, la ternura y la esperanza.

Juventudes representó una escena en la que un grupo de jóvenes descubre que el verdadero encuentro ocurre cuando se sale a servir la mesa a quienes están afuera, buscando abrigo y escucha.

La mesa de pueblos originarios compartió una canción sentida cuyo estribillo decía “lo nuestro más verdadero, lo nuestro es más verdadero. Es lo nuestro”, acompañada por palabras de reflexión sobre la identidad y el vínculo con la tierra.

La mesa de salud representó un cuerpo con cabeza, corazón, manos y pies: una metáfora del trabajo conjunto que requiere el cuidado integral.

La mesa de cuidado de la creación relató, desde las experiencias comunitarias, cómo la gracia de Dios se hace visible cuando la tierra descansa y vuelve a dar fruto, cuando acompañamos al prójimo, cuando plantamos e intercambiamos semillas, cuando compartimos lo que la tierra ofrece.

La mesa de mujeres expresó en ronda su compromiso: “Porque somos mujeres y cuidamos la tierra, damos segundas oportunidades, cuidamos y acompañamos, trabajamos y vivimos en la fe con esperanza.”

La mesa de niñeces propuso un juego de escaleras y serpientes para mostrar que la empatía y el amor son puentes hacia las infancias, mientras que el adultocentrismo y el descuido las alejan.

La mesa de desarrollo social sintetizó su trabajo en una frase colectiva: “La diaconía como hilo conductor. Compartir la vida, solidaria y circular, tierna y firme. Resistencia y cuidado. Privilegio de elegir cómo vivir.”

Así concluyó el Encuentro de Diaconía 2025: con la certeza de que sembrar esperanza, cuidar la vida y compartir la mesa son los caminos por donde Dios sigue caminando entre nosotros.

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