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Compartimos un nuevo aporte para la diaconía comunitaria basado en Efesios 5, 1-20. Esta vez hablaremos sobre cómo somos los hombres: ¿cancheros? ¿charlatanes? atrevidos? Invitamos a reconocer cómo somos, pensar un poco más lo que decimos y cambiar la forma en que vivimos.

Mensaje basado en Efesios 5,1-20

Por Pastor Jorge Weishein

Estimados Hijos de la luz,

                                              que la gracia de Dios nos permita vivir como hombres nuevos en este tiempo de tanta confusión y divisiones. Amén

Esta carta de la comunidad en Éfeso es un testimonio de enorme valor para la fe cristiana porque en un momento de conflictos internos convoca a la unidad en la fe, a las fuentes de la fe y a la vida de fe. La comunidad mientras estuvo el apóstol Pablo en la histórica ciudad de Éfeso pudo fortalecerse y crecer en medio de muchas otras religiones. Sin embargo, con los años, ante la ausencia de Pablo, ganan adeptos otras formas de fe en la comunidad generándose una confrontación interna sobre el sentido de la fe en Cristo. 

Sin embargo, lo que nos enseñan diferentes ciencias es que en esa cultura y en ese contexto quienes discuten y quienes establecen las condiciones para vivir en la casa, la comunidad y en el ámbito público son los varones. La carta habla de problemas en la comunidad que generan los hombres y se llama a todos los hombres a una vida en comunión aceptando solamente a Cristo como única autoridad sobre todos por igual. 

En nuestro texto se mencionan tres actitudes que generan conflictos en la comunidad: porneia (una palabra que hace alusión al cuerpo); akatharsia (una palabra que tiene que ver con formas de relacionarse socialmente) y pleonexia (una palabra que habla sobre la forma de manejar los bienes). Estas tres cosas, en ese tiempo, estaban bajo dominio de los varones. Es común que en la cultura griega usen algunas reglas de la retórica para hablar y escribir, entre ellas siguen una misma estructura en la que van retomando las ideas y las van profundizando en cada vez más detalles. Entonces, tratemos de entender qué se les cuestiona a estos varones sobre los cuales se advierte a la comunidad que tenga cuidado:

Comportamiento físico
actitudes groseras
indecente
Comportamiento social
expresiones sin sentido
jactancioso
Comportamiento económico
malos modales
deshonesto

A estas tres actitudes el autor las asocia con la vida de fe en otros dioses y, por lo tanto, quienes obran así no pueden ser parte del reino de Dios. La carta propone caminar en la luz a través de tres acciones alternativas para superar este problema en la comunidad:

Imitar a Dios como sus hijos lo que es propio de santos no dejarse seducirVivir en el amor como Xto acciones de gracias a Dios evitar palabras vacíasEstar al servicio como Xto tener parte en el R d Dios no ser cómplices con ellos

Esta discusión entre varones en la comunidad de Éfeso tiene como trasfondo la interna entre un grupo cristiano gnóstico y el grupo cristiano paulino. El autor de la carta cuestiona las costumbres, las enseñanzas y los ritos del otro grupo. En las primeras comunidades cristianas existen diferentes teologías y grupos, hasta que en el siglo IV la iglesia cristiana comienza a organizarse como una sola iglesia con una sola doctrina.

Sin embargo, no es mi intención reflexionar sobre sus diferencias doctrinarias sino qué aspectos de la masculinidad de ese tiempo están en debate en la carta. Es necesario, tener en cuenta también que los adjetivos que usa la carta y la forma de interpretar al otro grupo no hablan de cómo es el otro grupo sino de lo que esta persona piensa sobre el otro grupo.

En palabras simples, la carta cuestiona a los varones que son cancheros, charlatanes y atrevidos. Esto es curioso porque son formas de ser varón que han perdurado en el tiempo y que es visto con mucha preocupación desde la perspectiva cristiana evangélica y paulina. Reflexionemos juntos, ¿por qué los varones nos comportamos de esta manera?

Los varones cancheros

Este es un estereotipo que la moda lo explota como nadie. Es una forma de vestir y de ser, ropa de marca, despreocupado, divertido, se toma la vida como viene, siempre apostando al placer y a pasarla bien, deja que la vida fluya. La palabra que usa la Biblia para hablar de esta actitud ante la vida es porneo. Esta palabra se traduce de tantas formas como imaginación tenga el traductor (o traductora, en algún caso). Esta palabra hace alusión al uso del cuerpo para obtener reconocimiento social, usar el cuerpo como un instrumento para resolver una necesidad, usar la seducción para lograr un objetivo personal.

Esta idea hace que en gran parte el cristianismo no se destaque por ser una tendencia marcada en la forma de vestir y de vivir en la sociedad, sino más bien, es común entre cristianos darle poca importancia a los criterios de la moda y de la cultura mediática para decidir cómo vestirse y cómo relacionarse entre la gente. El varón porno rompe con esto y sale a plantear la necesidad de exhibir su cuerpo, demostrar sus dotes y habilidades, lograr apoyos y hacer grupos en torno a sus capacidades físicas y eróticas. El texto plantea que este modo de entender la vida es vacío y es peligroso, porque está atado a algo tan material y pasajero como el cuerpo y las apariencias. Sin embargo, es común que hasta usemos la palabra canchero como un piropo para un varón y como un valor porque así es como es comprendido en los medios y en la cultura en general. Este estereotipo del varón puede ser una carga muy grande para varones de sectores vulnerables, populares o pobres que no logran alcanzar este requisito para ser socialmente aceptados. El texto en su lugar, llama a los creyentes a imitar a Dios.

Los varones son charlatanes

Este es un estereotipo que se usa sobre todo en los medios de comunicación. El varón siempre sabe de todo, siempre opina de todo, siempre tiene algo que decir, siempre está atento para meter la cuchara. El uso de la palabra para llamar la atención, para obtener seguidores, para reunir voluntades, para ser un ganador. La palabra en la Biblia para esta actitud es acátaro. Las traducciones también son diversas. (El tema de los traductores bíblicos es para otro sermón). La idea es que el varón acátaro es infiel a sus principios, no es cuidadoso con lo que hace ni con lo que dice, es poco confiable, y su compañía siempre es un compromiso porque nunca se sabe con qué puede llegar a salir.

Ser charlatán puede ser celebrado sobre todo entre niños, donde causa gracia que un nene hable mucho. Entre jóvenes un charlatán es un chico que atrae a las chicas con su charla y su carisma. Entre adultos un charlatán es una persona de mala fe que usa la conversación para estafar a otros. Esta actitud en el texto es cuestionada planteando la necesidad de ser más cautos, más responsables con las demás personas, y tener más empatía con la gente. Los varones más tímidos y más callados entre estos varones suelen pasarla bastante mal. El texto, su lugar, habla de practicar el ágape (ocuparse los unos de los otros con cuidado y con respeto, una idea que se traduce con la palabra amor)

El varón es atrevido 

Este es un estereotipo que se usa sobre todo en los grupos de amigos ya sea en la calle como en la cancha para obtener aceptación social, reconocimiento público y bienestar económico. El varón siempre tiene que estar poniendo el ojo en una mina, hacer siempre un comentario sexual, estar a la altura con algún chiste verde, saber siempre alguna técnica para obtener placer, todo esto, mayormente a costa del abuso de las mujeres. El varón atrevido necesita sexualizar todo, hablar en doble sentido, mostrarse siempre dispuesto, estar a la altura de las demandas, las ofertas y las necesidades del mercado sexual. Todo esto, acompañado, generalmente, de una inversión importante de tiempo y dinero para en pilchas, comidas, bebidas, salidas y fiestas.

Ser atrevido en el texto se dice pleonexia, que significa querer tener siempre más, algo totalmente naturalizado en nuestra cultura, incluso elogiado: ¡Qué mejor que alguien que no se conforma con nada y busca superarse para tener siempre más! Una persona que quiere progresar necesita tener aspiraciones y sed de gloria. Esta misma forma de pensar suele plantear que pobres son los que quieren porque no quieren superarse, les falta iniciativa. El texto reflexiona que esta actitud conduce a perder completamente el sentido de la vida. El texto contrapone la pleonexia con la diaconía, planteando que solamente el servicio desinteresado en solidaridad con los demás -en la necesidad mutua- permite encontrar el sentido a la vida y la felicidad, (junto con los demás).

Aun haciendo la salvedad de la distancia en el tiempo, la visión prejuiciosa sobre el gnosticismo y la falta de un conocimiento y un debate más serio entre las comunidades cristianas sobre esta otra corriente cristiana, debemos reconocer que su reflexión sobre el rol de los varones en esa discusión pone en evidencia un problema antropológico, cultural y comunitario que se mantiene en la iglesia cristiana a través del tiempo.

Las comunidades cristianas convocan a los hombres a ser misericordiosos, solidarios y comprometidos, dejando de apelar a su encanto, su capacidad, su poder para pasar a confiar en lo que Dios puede crear entre las personas en la comunidad allí donde la fe, el amor y la esperanza reúne a los dos o tres que se encuentran en nombre de Cristo.

El texto insiste en que los varones sean hijos de la luz y que transmitan esta luz con sus frutos de bondad, discernimiento y justicia. El texto convoca a poner estas cosas sobre la mesa, a poder hablarlas y reconocerlas, a sacar a la luz estas situaciones en las que los varones están atrapados, por mandatos sociales, miedos y costumbres milenarias, y los llama a salir de esa oscuridad, para vivir una masculinidad liberada de cargas que los cosifican, los aprovechan y los corrompen en su dignidad como hijos de Dios.

El texto llama a los varones a despertarse de esta cultura que los está matando avergonzándolos públicamente, desacreditándolos por distintos medios, y poniéndolos en ridículo, al mismo tiempo que los varones buscan aceptación, reconocimiento y bienestar. El texto concluye con un consejo: presten atención por dónde andan y fíjense cómo están viviendo para ser sabios; aprovechen bien el tiempo para vivir y no hacer tonterías porque son tiempos complejos; tengan cuidado con el alcohol para no terminar en cualquiera y mantener vivo el espíritu. Por eso, recomienda ser humildes y amables haciendo obras de bien para agradar a Dios; tener paciencia y soportarse mutuamente usando la palabra para alabar a Dios con himnos y salmos, y estar en paz y en unidad siendo agradecidos por todo lo que tienen.

La carta es un gran llamado a la comunión, la reflexión y la solidaridad. “Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como Dios los ha llamado a una sola esperanza.” (Ef. 4,2) Los varones, necesitamos revisar nuestra forma de leer la Biblia para tratar de reconocer cómo somos, pensar un poco más lo que decimos y cambiar la forma en que vivimos. No se trata de dejar de ser hombres, se trata de ser más simples, más humanos, personas de bien. Que la luz de Dios nos guíe para encontrar la sabiduría necesaria, como comunidades de fe, en cada uno de estos momentos. 

Amén.

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