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Doce comunidades mbya guaraní de Misiones acompañadas por la Fundación Hora de Obrar lograron comercializar un excedente de sesenta toneladas de mandioca. Con el proyecto Tape Pora, cofinanciado por la Unión Europea y Pan para el Mundo, se acompaña también unas 50 huertas familiares y comunitarias para autoconsumo.
Cosecha de mandioca en Yhovi.

Tapé Porã es el proyecto de mayor envergadura de la Fundación Hora de Obrar y persigue el objetivo de mejorar las condiciones de vida de más de mil cien personas mbya en la provincia de Misiones con un abordaje participativo e intercultural. Entre los resultados que las comunidades se proponen alcanzar está el logro de una mayor autonomía económica y alimentaria con el desarrollo de la producción agroecológica de alimentos.

Así es que el año pasado Hora de Obrar realizó un relevamiento en las dieciseis comunidades indígenas Mbya-guaraní en la zona de Ruiz de Montoya. «Se relevó la cantidad de hectáreas de cada comunidad, la superficie cultivada, qué herramientas disponían, entre otras características de la vida de las comunidades», repasó la cocordinadora del proyecto, Laura Gomez. «Así pudimos detectar que faltaban semillas para autoconsumo».

«Se entregaron semillas de variedad, que permiten el guardado de un año a otro, para cubrir las necesidades de las familias. El arado del suelo se pudo lograr con un convenio con el municipio de Ruiz de Montoya que puso a disposición la maquinaria y el personal», agregó. «Hoy existe una nueva disposición municipal que regula el uso del tractor para que las comunidades puedan preparar el suelo para producir».

A un año de iniciado el proyecto existen 46 huertas familiares, 7 huertas comunitarias y 4 escolares. Las familias mbya diversificaron los cultivos con cebolla morada, arroz, sandía, melón, zapallo y tomate, entre otras verduras y cereales. Además doce comunidades lograron producir excedente para la comercialización. Esto redunda en la mejora de los ingresos.

El equipo técnico capacitó en comercio justo y acompañó en todo el proceso de producción y comercialización a las familias productoras interesadas, con el objetivo de dejar capacidad instalada y garantizar la sustentabilidad de la iniciativa. «Hoy son 78 las familias productoras y una parte de ellas logró obtener ingresos a partir de la venta del excedente», celebró el equipo de proyecto.

Otro de los resultados importantes tiene que ver con la capacitación. Se dieron talleres certificados sobre huerta, apicultura, horticultura y meliponicultura, de los que participaron entre 20 y 30 personas gracias a una articulación con el profesorado de Ciencias Agrarias de Capioví. Asimismo se entregaron 178 kits de herramientas a familias productoras de las 16 comunidades.

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