A orillas del Río Uruguay se celebró la octava edición del encuentro en defensa del agua y la vida. Más de 200 personas de Argentina y Brasil, reafirmaron el compromiso de las comunidades de fe y los movimientos sociales con el cuidado de la creación.

Convocada por la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (IERP), la Igreja Evangélica de Confissão Luterana no Brasil (IECLB), la Iglesia Evangélica Luterana Unida (IELU) y la Diócesis de Santo Ángelo (Iglesia Católica), el pasado 15 de marzo se llevó adelante una nueva Celebración por los Ríos Libres en la localidad de Colonia Aurora, Misiones
El texto bíblico de Ezequiel 47:6-12 sirvió como inspiración para reflexionar sobre los ríos como fuentes de vida y justicia. El sermón estuvo a cargo del pastor Jorge Weishein y miembro del equipo de la Fundación Hora de obrar: “Si los ríos están contaminados, enfermos y secos, es porque nosotros también lo estamos. Cuando nos alejamos de Dios, nos secamos, y con nosotros, se secan los ríos”. Además, alertó sobre las amenazas que enfrenta la Cuenca del Plata, uno de los sistemas hidrológicos más importantes del mundo, afectado por la contaminación, la deforestación y la construcción de represas.
El encuentro no solo fue un espacio de espiritualidad, sino de acción. Es por eso que se realizó la primera plantación de árboles de la campaña «Sembrando el Camino hacia la COP30», impulsada por el Foro de Justicia Climática de América Latina y el Caribe de la Federación Luterana Mundial (FLM). Esta iniciativa busca plantar más de 11 mil árboles en la región hasta noviembre de 2025, cuando se celebre la COP30 en Belém do Pará, Brasil.
El culto concluyó con un almuerzo comunitario y expresiones artísticas que reflejaron la conexión espiritual y cultural con los ríos. La participación de jóvenes y comunidades locales mostró que el compromiso con la justicia ambiental trasciende generaciones y fronteras.
La Fundación Protestante Hora de Obrar, reafirma su llamado a proteger los ríos y promover una ecoteología que vincule la fe con el cuidado del medioambiente. Como expresó el pastor Weishein: “Dios nos invita a trabajar juntos, a restaurar la vida que fluye en nuestros ríos”.
La Esperanza en las Aguas de la Creación. Un Llamado Ecuménico e Interreligioso al Cuidado de la Cuenca del Plata
Texto central: Ezequiel 47:6-12
«6 Entonces me dijo: «Fíjate bien en lo que has visto.» Después me hizo volver por la orilla del río, 7 y vi que en las dos orillas había muchos árboles. 8 Entonces me dijo: «Esta agua corre hacia la región oriental y llega hasta la cuenca del Jordán, de donde desembocará en el Mar Muerto. Cuando llegue allá, el agua del mar se volverá dulce. 9 En cualquier parte a donde llegue esta corriente, podrán vivir animales de todas clases y muchísimos peces. Porque el agua de este río convertirá el agua amarga en agua dulce, y habrá todo género de vida. 10 Desde En-gadi hasta En-eglaim habrá pescadores, y ahí pondrán a secar sus redes. Y habrá allí tanta abundancia y variedad de peces como en el mar Mediterráneo. 11 Pero en las ciénagas y pantanos no habrá agua dulce; allí quedará agua salada, que servirá para sacar sal. 12 En las dos orillas del río crecerá toda clase de árboles frutales. Sus hojas no se caerán nunca, ni dejarán de dar fruto jamás. Cada mes tendrán fruto, porque estarán regados con el agua que sale del templo. Los frutos servirán de alimento y las hojas de medicina.»
Introducción:
Queridas hermanas y Queridos hermanos en Cristo,
La palabra de Dios nos anima con un mensaje de esperanza que recibió el pueblo de Israel de boca del profeta Ezequiel. Estas palabras resuenan en los oídos del pueblo porque la imagen de los ríos es muy fuerte en su cultura. Históricamente las religiones en Israel siempre enfatizaron en la importancia de las vertientes, los arroyos y los ríos porque el agua corre y en medio de una región mayormente desértica donde pasa un río se rodea de vida.
Esto lo podemos ver en nuestros campos y en toda nuestra región. Si digo: Paranaiba Grand, Tieté, Paranapanema Iguazú, Canoas, Pelotas, Ibicui, Negro, ¿qué es todo esto? Y si digo: Paraguay, Pilcomayo, Bermejo Salado, Paraná, Salado, ¿qué es todo esto? ¿Qué tienen en común todos estos ríos? ¿Dónde confluyen todos estos ríos? En el Río de la Plata. En particular los Ríos Paraguay, Paraná y Uruguay son los tres sistemas acuáticos más grandes de nuestra Cuenca hidrográfica. Esta Cuenca se llama la Cuenca del Plata.
Nosotros escuchamos este texto y quizá podemos ver al Río Uruguay formándose y abriéndose paso a través de la tierra, poco a poco, y generando toda esta biodiversidad de vida a su alrededor. La Cuenca del Plata ocupaba al principio un área de unos tres millones cien mil km² (3.100.000 de km²). Esta cuenca es una de las más grandes junto con las cuencas de los ríos Amazonas, Congo, Nilo y Misisipi. En esta Cuenca del Plata se organizaron cinco países: Bolivia, Paraguay, Brasil, Uruguay y Argentina.
La cuenca se divide en tres ecosistemas: la Pampa al sureste, el Pantanal al noroeste y el Gran Chaco al noreste. Esta cuenca es un sistema hidrológico con una gran variedad de vida, y tiene el corredor de humedales más grande de América del Sur. Además, es una de las cuencas más importantes del mundo por la cantidad y diversidad de peces, muchos de los cuales solamente se encuentran en esta región. En la cuenca del plata hay ocho (8) ecosistemas: manglares, humedales, selva paranaense o mata atlántica, pantanal, bosques de araucaria y chaco o cerrado, campos y sabanas, y bosques ribereños.
Cuando leía y releía el texto de esta visión de Ezequiel me preguntaba si acaso su profecía no hablaba de algo tan bello y tan diverso como esta cuenca maravillosa que Dios ha creado aquí en este lugar del mundo.
¿Qué hemos hecho con toda esta biodiversidad en esta cuenca en los últimos 100 o 200 años? ¿Qué pasó con esta profecía hecha realidad en la que vivimos por siglos en Abya Yala?
La selva paranaense tenía originalmente unos 1.290.692 km² pero actualmente queda entre el 5% y el 7%. En Brasil, queda menos del 12%, y es el bioma más amenazado del país. En Paraguay, queda un 13% de la selva original en pie. Argentina, por su parte, ha logrado conservar cerca del 50% de su superficie original de la Selva Paranaense, especialmente en la provincia de Misiones.
En la cuenca del Río de la Plata hay 11800 especies de animales y plantas, de las cuales el 24% está en riesgo de extinción, esto es más de 3000 especies. Uno de los problemas es la contaminación microbiológica, los químicos y los metales pesados. ¿Por qué? El Río Paraná recibe aguas cloacales de los ríos Tieté, Iguazú y Paraguay con toda la contaminación que viene de San Pablo, Curitiba, Asunción, Rosario, Posadas y Encarnación. Estas aguas llegan hasta las costas de Buenos Aires y Uruguay y se van al encuentro del Océano Atlántico. En los ríos Iguazú y Uruguay se encontraron todo tipo de plaguicidas de la agricultura. En el Río Pilcomayo se encontraron todo tipo de metales pesados de la minería. Estos ríos suelen ser dragados para facilitar la navegación pero esto aumenta la contaminación al remover los sedimentos químicos.
Las más de 150 represas en la Cuenca del Plata afectan el flujo natural de los ríos, lo que altera la cantidad de agua disponible y puede dificultar la migración de peces. Además, las represas destruyen hábitats acuáticos y terrestres, retienen sedimentos que normalmente nutrirían otras áreas, y afectan la navegación fluvial, lo que impacta la economía. También pueden generar conflictos entre los países que comparten estos recursos hídricos. Es importante gestionar adecuadamente estas represas para reducir sus efectos negativos en el medio ambiente y las comunidades.
De las 191 especies de peces evaluadas, 11 están catalogadas en estado de amenaza. Entre ellas se encuentran especies migratorias afectadas por la construcción de represas que interrumpen sus rutas de reproducción
Los principales desafíos en la Cuenca del Plata son:
- Los enormes daños a personas e infraestructura que producen las frecuentes inundaciones.
- La interrupción de la navegación de los ríos por la erosión y la acumulación de sedimentos.
- La pérdida de biodiversidad por la deforestación y la sobreexplotación de los ecosistemas, como pasa en el Pantanal en Mato Grosso.
- La mala gestión del agua por la falta de coordinación entre los países para un buen uso.
- La falta de organización por la inexistencia de una instancia de gestión que se encargue de abordar los problemas en la cuenca de forma integral.
En nuestro caso, siguiendo la idea del profeta Ezequiel, pareciera que estamos camino a un enorme desierto, es como si estuviéramos viviendo un tiempo de juicio de Dios. Dios nos dio la vida en esta cuenca maravillosa, una de las más hermosas del mundo, pero nos fuimos alejando de Dios, y al alejarnos de Dios estamos convirtiendo este vergel en un desierto. La contaminación, la deforestación, el cambio climático y la sobreexplotación de los recursos están amenazando toda la vida de todos los ecosistemas de esta cuenca. Hemos llegado a un punto en que la vida de toda la cuenca está en peligro. En este momento, nadie de nosotros puede pensar su vida de forma individual si es que realmente quiere conservar su vida. Si los ríos se mueren se muere toda la cuenca junto con nosotros. Nosotros estamos hechos de esta cuenca.
Ezequiel 40-47 está en relación opuesta con 4-24 y en esos capítulos cuenta los pecados de Israel y cual es la enseñanza de Dios para que el pueblo pueda cambiar. El capítulo 18 es especialmente claro sobre lo que Dios espera de su pueblo para volver a restaurar el desierto en un paraíso: volver a fortalecer su espiritualidad y su vida de fe, volver a poner en práctica su fe y respetar la vida que le rodea, volver a escuchar a Dios y atender a su prójimo. El pueblo se deja llevar ideas de otros pueblos de otros lugares del mundo y tiene adoración por esos dioses. Encima explota y se aprovecha de su pueblo arruinando la vida a la gente de su propio pueblo. Dios avisa a Israel y a Judá que ningún pueblo va a progresar y va a salir adelante de esta manera. Este es el desierto que Dios riega con el Río que sale del templo de norte a sur para bendición de todos los pueblos.
La Biblia nos enseña que el ser humano está hecho de la tierra y que somos parte de la creación. Esto es una verdad absoluta. Los cuerpos de las personas comparten elementos físicos, químicos y biológicos con el ambiente. Los elementos físicos que nos condicionan a todos son la temperatura, la luz, la presión, la gravedad, la energía, el aire, el agua, el suelo, el relieve, los cuerpos de agua. Los elementos químicos que compartimos son el carbono (C); el hidrógeno (H); el oxígeno (O); el nitrógeno (N); el fósforo (P); el azufre (S). Los seres vivos con los que convivimos son los animales, las plantas, los microorganismos, los hongos, las bacterias, la tierra misma. Los seres humanos nos creemos especiales y mejores que todos los demás seres en la cuenca pero la realidad en la que vivimos nos tendría que permitir dudar de que esto sea cierto.
El río de agua viva que brota del templo, una imagen que usa también Jesús en sus enseñanzas, transforma todo lo que toca a su paso. Estas aguas, símbolo de Dios mismo, curan y dan vida, restauran y fructifican. El mensaje de esta visión profética de Ezequiel nos llama la atención sobre la relación entre nuestra fe y la naturaleza.
Dios nos muestra la importancia vital de los ríos para la restauración de los ecosistemas. Si los ríos están contaminados, enfermos y secos, es porque nosotros también estamos contaminados, enfermos y secos. Cuando nos alejamos de Dios nos contaminamos, nos enfermamos y nos secamos. Cuando nuestra fe se seca nuestros ríos se secan porque nos olvidamos de Dios. En ese momento nos confundimos y pensamos que somos dueños de la creación y de la vida de nuestros prójimos y que podemos hacer cualquier cosa.
La situación en la que se encuentra la cuenca del Plata muestra el deterioro de nuestra fe y de nuestra vida de fe. La contaminación de los ríos por residuos industriales, el vertido de aguas residuales y la deforestación de las cuencas de las cuales se alimentan los arroyos y los ríos condujo a que los ríos pierdan su capacidad de dar vida.
Sin embargo, estas palabras del profeta que llegan a nosotros como palabra de Dios son una oportunidad para volver a ser testigos de la restauración de nuestra cuenca del Plata por parte de Dios. Dios nos anima a una tarea sagrada: el cuidado y la restauración de las aguas. Esta es una tarea que no se limita solo a nuestras iglesias sino que Dios convoca a toda la cuenca, así como renueva toda la cuenca del Río Jordán. Actualmente Israel, Cisjordania, Líbano, Siria y Jordania tienen el mismo desafío que nosotros con el Río Jordán. El Río Jordán está contaminado y se está secando con toda la vida a su alrededor.
Por eso, esta tarea de restaurar la salud y la vida de los ríos no es una tarea de una sola comunidad religiosa sino que es un esfuerzo común para todos los pueblos que dependen de estas aguas. Dios nos invita a todos para colaborar, para trabajar juntos, para restaurar la salud de los ríos y asegurar que las generaciones futuras puedan ser testigos de la gloria y de la gracia de Dios en sus vidas y en sus hábitats. La mayoría de las religiones enseñan que no somos dueños ni tenemos derecho a aprovecharnos de la tierra y la naturaleza. Aprender a convivir con la naturaleza y con las demás personas es el acto más profundo de sabiduría y de amor. Este es el desafío ecuménico e interreligioso al que Dios nos llama trabajar entre todos juntos: trabajar juntos por un futuro más limpio y más justo para que las aguas del río fluyan libres y saludables, llevando vida a todos los seres vivientes.
La fe cristiana vive su fe en una historia que empieza con una creación que Dios saca del agua y en la cual existen varios ríos y que termina con una promesa de que Dios va a hacer fluir un río desde el trono en el que está Jesús para transformar a toda la creación.
Estimadas hermanas y estimados hermanos que esta esperanza y este llamado de Dios a trabajar con amor y sabiduría en comunión con la naturaleza y con todas las demás personas sea de bendición para todo el mundo.
Que el río de la vida fluya en nosotros y nos inspire a cuidar la creación con gratitud y con amor. Que todos, como hijos de Dios, nos unamos en esta misión de restauración y esperanza, confiando en que Dios, al igual que en el principio y el fin de la historia, siempre está con nosotros en este camino. Amén.
Aurora, a orillas del río Uruguay, 15/03/2025