Más de 240 personas reunidas en Katueté para compartir la alegría de volver a encontrarse como comunidad viva. Hora de Obrar dijo presente en esta jornada marcada por la alegría y esperanza.

Bajo el lema «Por eso, el más insignificante entre todos ustedes, ése es el más importante» (Lucas 9:48b), las doce congregaciones que integran la Federación de Iglesias del Paraguay (FEDIPA) se reunieron el pasado 20 de julio en la Congregación Evangélica de Katueté, anfitriona del evento, para celebrar juntas su fe y su caminar comunitario.


La jornada comenzó con un culto con Santa Cena presidido por el cuerpo ministerial del distrito. Martín Elsesser, referente de diaconía comunitaria de la Fundación Protestante Hora de Obrar, coordinó la dinámica central, en la que los lazos entre las comunidades fueron representados con cintas que convergían en una cruz, como signo de unidad y misión compartida. Así, se tejió una red que recordó que la Iglesia es un cuerpo diverso, sostenido por la solidaridad y la colaboración.
Durante la colecta se recaudó el equivalente a 30 kilos de alimentos para la campaña de emergencia alimentaria de la Fundación. El director de Hora de Obrar, Nicolás Rosenthal agradeció el gesto y expresó: “Es testimonio de la gran solidaridad de circula en estas comunidades comprometidas”.


Tras el culto, la comunidad se trasladó en procesión al salón de actos, donde cada congregación y organización invitada presentó su propio stand: espacios llenos de historia, fotos, símbolos, comidas típicas y actividades que muestran la vida activa y comprometida de las iglesias.
El almuerzo ofreció un delicioso cerdo con mandioca, que fue compartido con entusiasmo por todas las personas presentes. La tarde continuó con juegos, dinámicas grupales y un espacio de reflexión sobre los ejes fundamentales de la IERP: ser una iglesia evangélica, profética, diacónica e inclusiva.
Esta celebración fue especialmente significativa, ya que se trató del primer gran encuentro distrital desde la conmemoración de los 500 años de la Reforma. Un reencuentro esperado, necesario y profundamente emotivo.