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Las fronteras entre fe y poder político se vuelven difusas cuando el fundamentalismo gana terreno. Este artículo de ACT Alliance invita a reflexionar sobre los riesgos que implica el uso de la religión para justificar discursos de odio y políticas regresivas.

Fecha: 29 de septiembre de 2025
Fuente: Faith, Power and Politics: How Religious Fundamentalism is Fueling Political Extremism

A lo largo del mundo, en los pasillos de los parlamentos y en las mesas de negociación internacionales, el fundamentalismo cristiano está ganando terreno, no solo como movimientos religiosos, sino como fuerzas políticas influyentes.

Enraizados en doctrinas teológicas rígidas y a menudo alineados con tendencias autoritarias, estos movimientos están remodelando el debate público, influyendo en las políticas domésticas y exteriores, y frenando o revirtiendo los avances sociales arduamente logrados, mientras se presentan como guardianes de la fe, la moral y la tradición.

Su ascenso ha alimentado la erosión de los valores democráticos y la marginación de comunidades ya vulnerables, mediante la justificación de la violencia en nombre de una lectura ultraconservadora y selectiva de las escrituras.

Este artículo se basa en dos potentes documentales:

  • Praying for Armageddon — que examina la influencia de líderes religiosos ultraconservadores en la decisión de Estados Unidos de apoyar las acciones de Israel contra los palestinos en Jerusalén.
  • Apocalypse in the Tropics (disponible en Netflix) que investiga el papel de las iglesias evangélicas conservadoras en la política brasileña durante las elecciones de 2023.

Para explorar los peligros políticos y sociales del fundamentalismo religioso, ambas películas muestran cómo las narrativas apocalípticas y el literalismo religioso se despliegan de forma estratégica para movilizar masas, consolidar el poder político y acallar la disidencia.

Como coalición mundial basada en la fe y comprometida con la justicia, la dignidad y la paz, ACT Alliance considera esencial exponer y contrarrestar estas dinámicas. Las voces de nuestros miembros, que atestiguan y desafían estas amenazas en sus propios contextos, muestran que existe otro camino: uno en el que la fe esté del lado de los derechos humanos, la inclusión y el bien común.

¿Qué es el fundamentalismo?

En mayo de 2024, ACT Alliance organizó diálogos regionales y nacionales en América Latina y el Caribe para comprender mejor cómo los fundamentalismos impactan las violaciones de derechos humanos en la región. Durante el evento de cierre, “Guatemala+5”, los participantes acordaron una definición de fundamentalismo:

“El fundamentalismo es una adhesión estricta, literal e intransigente a principios doctrinales que consideran los roles sociales de clase, género y etnia como naturales, sagrados e inamovibles. Debido a sus diversas fuentes (religiosas, económicas, políticas y culturales), es pertinente hablar de una convergencia de fundamentalismos.

Los fundamentalismos están asociados con una visión dogmática y absolutista de la realidad que promueve la exclusión, la discriminación y la negación de derechos a diversos grupos sociales.

Los fundamentalismos representan una amenaza para las democracias porque se traducen en discriminación y violación de los derechos de mujeres, pueblos indígenas, minorías sexuales y posiciones progresistas.

Los fundamentalismos obstaculizan la diaconía ecuménica orientada a abordar desafíos humanitarios, ambientales, de justicia de género y de seguridad humana.

Lejos de ser un efecto espontáneo, la convergencia de fundamentalismos obedece a una agenda planificada impulsada por la extrema derecha global que instrumentaliza la religión para justificar acciones exclusivas y discriminatorias, apoyándose en su poder económico y político.”

Informe Guatemala+5

«El fundamentalismo se manifiesta en diferentes dimensiones. La dimensión religiosa asume la existencia de una única interpretación literal válida de los textos sagrados. El literalismo religioso afecta especialmente los derechos sexuales y reproductivos, la igualdad de género y
la diversidad.

La segunda dimensión que se menciona con más frecuencia en los Diálogos es la política, que se manifiesta como una ideología autoritaria que promueve el nacionalismo, la exclusión de minorías y la erosión de normas democráticas. Se asocia con la represión de derechos y el control del aparato estatal.

La dimensión cultural, que también aparece con frecuencia en la narrativa de los Diálogos, se reduce a una visión monolítica de valores y
normas sociales, justificando la exclusión de quienes no adhieren a esos valores, lo que conduce a la discriminación contra minorías raciales, étnicas y sexuales.

El fundamentalismo, según los Diálogos, también tiene una dimensión económica, es decir, la creencia de que el único modelo económico válido es el neoliberal y más recientemente el anarcocapitalista.”

Informe Guatemala+5

El fundamentalismo se caracteriza por su literalismo bíblico, su doctrina cerrada y a menudo por su visión única de la historia. Con el paso de las décadas, los grupos fundamentalistas en EE. UU. y más allá concentraron gran parte de su energía en construir instituciones, como iglesias y colegios separatistas, que les permitieran evitar la influencia corruptora de la sociedad y formas competidoras de cristianismo. Estas instituciones también permitieron que los fundamentalistas se convirtieran en organizadores políticos eficaces para la reforma moral conservadora, como lo demostró la “Moral Majority” de Jerry Falwell en la década de 1970. (Harvard University – The Pluralism Project)

Esta ideología frecuentemente se fusiona con retórica nacionalista, valores patriarcales y pensamiento anticientífico. Prosperan en la polarización cultural y con frecuencia presentan la diferencia religiosa, la igualdad de género, los derechos LGBTQI+ y la protección ambiental como amenazas a lo que creen que son “verdades bíblicas”. En muchos países, esta fusión de teología fundamentalista y ambición política ha llevado a retrocesos en derechos humanos y restricciones del espacio cívico.

En contraste, el enfoque ecuménico y diaconal de ACT Alliance considera que nuestro llamado es expresar el amor de Dios mediante la compasión, la justicia y la solidaridad. El fundamentalismo, en comparación, se caracteriza por el exclusivismo, el absolutismo moral y las reclamaciones de autoridad divina para remodelar instituciones sociales y políticas.

Con más del 80 % de la población mundial identificándose con una religión, no es ni sabio ni realista descartar estos movimientos como marginales. Como personas de fe comprometidas con los derechos humanos, la construcción de paz, el cuidado ecológico y la justicia
económica, tenemos la responsabilidad de contrarrestar narrativas oscurantistas y promover una visión de transformación social arraigada en la dignidad, la convivencia pacífica y la inclusión.

“Los fundamentalismos representan una amenaza para las democracias porque se traducen en discriminación y violación de los derechos de mujeres, pueblos indígenas, minorías sexuales y posiciones progresistas.”

Informe Guatemala+5

“Praying for Armageddon”: fe militarizada y política del Apocalipsis

Praying for Armageddon (Tonje Hessen Schei & Michael Rowley, 2023) es un documental de investigación que expone cómo segmentos del movimiento ultraconservador de EE. UU. trabajan activamente para moldear la política nacional y exterior según su cosmovisión apocalíptica. La película adentra al espectador en el mundo de pastores, lobistas políticos y líderes militares que interpretan los acontecimientos actuales a través del lente de la profecía bíblica —especialmente del Libro del Apocalipsis.

El documental sostiene que esta cosmovisión no es un fenómeno marginal, sino una fuerza política bien organizada y bien financiada que ha penetrado espacios clave de toma de decisiones.

La película muestra cómo los líderes fundamentalistas han desarrollado una alianza estratégica con actores políticos, particularmente dentro del Partido Republicano, para impulsar una agenda de nacionalismo religioso. Central a esta estrategia está el Mandato de las Siete Montañas, que llama a tomar el control del gobierno, los medios, la educación, las fuerzas armadas, los negocios, las artes y la religión para establecer una sociedad basada en su interpretación bíblica.

Los líderes ultraconservadores movilizan a sus congregaciones como un bloque de votación, influyen en nombramientos judiciales y aseguran acceso directo a legisladores, difuminando la línea entre iglesia y Estado. Esta alianza se presenta no como una influencia pasiva, sino como un plan intencional y de largo plazo para rehacer el paisaje político de EE. UU. a imagen de una teología específica.

La película destaca el impacto del fundamentalismo en la política exterior estadounidense en Oriente Medio. Algunos líderes creen abiertamente que fortalecer la posición geopolítica de Israel, incluso mediante apoyo militar y expansión de asentamientos, acelerará el cumplimiento de la profecía y desencadenará el fin de los tiempos. Este marco escatológico demuestra tener consecuencias reales, desde la decisión de EE. UU. de mover su embajada a Jerusalén hasta el respaldo incondicional a las acciones militares israelíes, incluidas las de
Gaza hoy.

El documental argumenta que tales políticas están motivadas menos por intereses estratégicos o consideraciones de derechos humanos y más por convicciones religiosas, generando efectos potencialmente desestabilizadores para la región y para el derecho internacional.

El uso político del marco escatológico es evidente en una reciente declaración del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, quien describió los acontecimientos actuales en Gaza como una “misión histórica y espiritual” destinada a lograr el establecimiento de un “Gran Israel”.

“Como seguidores de Cristo, ahora más que nunca, los cristianos están llamados a desafiar cualquier interpretación fundamentalista de la religión que esté al servicio del ‘imperio’ con la actual convergencia impía de poder militar, económico, social y político y preguntarnos: ¿De qué maneras realmente estamos viviendo el mandamiento de Jesús de ‘amarse los unos a los otros como yo los he amado’?”

Wendy Gichuru, Iglesia Unida de Canadá

“Apocalypse in the Tropics”: del púlpito al Congreso

La ola religiosa ultraconservadora motivada políticamente no se limita a EE. UU. Apocalypse in the Tropics (Petra Costa, 2024) explora el ascenso del fundamentalismo religioso en Brasil y su profundo entrelazamiento con la transformación política del país bajo el expresidente
Jair Bolsonaro.

Mediante extensas entrevistas y material de archivo, el documental revela cómo líderes religiosos, especialmente el pastor Silas Malafaia, han actuado como “formadores de reyes políticos”, utilizando púlpitos, televisión y redes sociales para influir en elecciones, moldear políticas y movilizar apoyo masivo hacia un gobierno con tendencias autoritarias. El tema central es claro: cuando la religión se convierte en una máquina política, la democracia misma está en riesgo.

Aunque la película se centra en Brasil, su historia forma parte de una tendencia regional más amplia. En toda América Latina, estos movimientos han adquirido una influencia política significativa, posicionándose como defensores de los “valores familiares” frente a lo que
describen como las amenazas de la “ideología de género” y el secularismo.

En países como Guatemala, Costa Rica y Colombia, líderes religiosos ultraconservadores han movilizado votantes para bloquear reformas progresistas en temas como el matrimonio entre personas del mismo sexo, los derechos al aborto y la educación integral en sexualidad. En El Salvador y Nicaragua, el conservadurismo con inspiración religiosa se ha entretejido en la política gubernamental, a veces en alianza con regímenes autoritarios.

Estos movimientos también han convertido la educación en un campo de batalla clave. En Brasil, políticos ultraconservadores se han opuesto a planes de estudio inclusivos y promovido enseñanzas creacionistas. En Colombia, actores religiosos han luchado contra campañas de prevención del acoso escolar que protegen a estudiantes LGBTQI+, presentándolas como intentos de “sexualizar” a los niños. El objetivo estratégico es moldear no solo leyes y políticas, sino también las normas culturales de la próxima generación.

“Lo que estamos presenciando en Brasil y en toda América Latina no es una expresión de fe en su sentido liberador y transformador, sino la instrumentalización de la religión como arma política. Cuando los líderes religiosos convierten púlpitos en plataformas para el poder partidista, distorsionan la vocación espiritual de la iglesia y ponen en riesgo la democracia. Esta tendencia ya ha resultado en la erosión de derechos para mujeres, pueblos indígenas y comunidades LGBTQI+, mientras legitima tendencias autoritarias.»

Rudelmar Bueno de Faria, Secretario General de ACT Alliance

En su documental, Costa presta especial atención a cómo esta fusión de fe y política perjudica de manera desproporcionada a mujeres, pueblos indígenas y otros grupos marginados. Legisladores ultraconservadores en Brasil han apoyado leyes restrictivas contra el aborto,
resistido protecciones para sobrevivientes de violencia de género y socavado los derechos territoriales indígenas en la Amazonía, a menudo enmarcando tales posiciones como parte de un mandato divino.

El documental también conecta esta alianza religiosa-política con la erosión de instituciones democráticas, mostrando cómo el populismo basado en la fe contribuyó al asalto del 8 de enero de 2023 a los edificios gubernamentales de Brasil. Para Costa, el peligro no reside en la
fe personal, sino en la manipulación política de la religión para consolidar el poder, suprimir la disidencia y revertir derechos arduamente conseguidos.

“Las redes regresivas, bien financiadas, se han convertido rápidamente en poderosas, revestidas de fundamentalismos, patriarcado y neoliberalismo —en religión— para erosionar derechos humanos, silenciar la diversidad y desmantelar la democracia”

Rachel Tavernor, Gerente Global de Incidencia y Desarrollo en ACT Alliance.

De Washington a Brasilia: un manual global de erosión de derechos

Aunque Praying for Armageddon y Apocalypse in the Tropics se centran en Estados Unidos y Brasil, las fuerzas que exponen forman parte de un movimiento transnacional más amplio. Los métodos que entretejen el moralismo religioso conservador con la movilización política se exportan, adaptan y legitiman más allá de fronteras.

En EE. UU., la fusión de la teología fundamentalista con el poder político se ha convertido en una fórmula estratégica: movilizar congregaciones como bloques de votación, insertar actores leales en instituciones claves, enmarcar las luchas políticas como batallas divinas y
utilizar redes mediáticas bien financiadas e influencers para controlar la narrativa.

En Brasil, este manual se ha adaptado a realidades locales, con megaciudades e iglesias actuando como centros de poder político, influyendo en políticas educativas, nombramientos judiciales y movilización de votantes hacia una agenda que socava la igualdad de género, los
derechos indígenas y las salvaguardas democráticas.

En América Latina, dinámicas similares están transformando la política. En Guatemala, legisladores ultraconservadores han promovido leyes reproductivas restrictivas y se han opuesto a derechos LGBTQI+ bajo la bandera de proteger los “valores familiares”. En Colombia, líderes religiosos han movilizado para bloquear medidas contra el acoso escolar que protegen estudiantes LGBTQI+, presentándolas como intentos de “sexualización” infantil.

En Costa Rica, coaliciones cristianas conservadoras han convertido elecciones en referendos sobre el matrimonio igualitario. En Perú, alianzas entre conservadores religiosos han resistido protecciones territoriales indígenas, a menudo en nombre del crecimiento económico. En El Salvador y Nicaragua, la retórica religiosa ha sido incorporada en la gobernanza autoritaria, reforzando políticas represivas y limitando el espacio democrático.

Estos movimientos comparten un enfoque estratégico en la educación y la política cultural, con el propósito de moldear las creencias y normas de la próxima generación. Las fuerzas ultraconservadoras apoyan el capitalismo mientras desconfían de la globalización. Por un lado, respaldan políticas proteccionistas para proteger a ciertos trabajadores; por otro, se alinean con intereses corporativos poderosos para socavar los derechos indígenas y las protecciones ambientales.

Por ejemplo, en Brasil, el agronegocio y legisladores conservadores impulsaron la controvertida ley del Marco Temporal, con el fin de restringir los reclamos territoriales indígenas y abrir paso a la producción masiva de soja y ganado. En Guatemala, el gobierno declaró un estado de sitio en El Estor para quebrar la resistencia q’eqchi’ frente a una mina de níquel de propiedad extranjera, desplegando fuerza policial y militar para asegurar operaciones corporativas. Estos ejemplos ilustran cómo la retórica religiosa, las narrativas nacionalistas y el poder estatal se movilizan al servicio de proyectos extractivos que enriquecen a las élites mientras profundizan el desplazamiento y la violencia contra comunidades indígenas.

“Existe una complicidad clara entre actores fundamentalistas y corporaciones que buscan apropiarse de los vastos recursos de la región, disfrazando el extractivismo como programas de desarrollo. Todo esto tiene un costo directo en vidas humanas —particularmente de mujeres y defensoras de derechos humanos en los territorios— y genera migración forzada de comunidades campesinas e indígenas, cuyas leyes de protección son derogadas o simplemente ignoradas.

Pilar Cancelo, SEDi, Argentina

Pero estas dinámicas no se limitan a las Américas. En el Reino Unido, The Guardian reportó que bibliotecarios están siendo presionados cada vez más para eliminar o restringir el acceso a ciertos libros, a menudo aquellos con temáticas LGBTQI+, contenido de justicia racial o
narrativas de género progresistas. Muchas de estas campañas tienen raíces o inspiración en grupos de presión con base en EE. UU. Esta importación cultural refleja tácticas usadas en EE.UU. para remodelar planes de estudio escolares y el discurso público, señalando cómo ideas
nacidas en un contexto político-religioso pueden cruzar rápidamente el Atlántico.

En Europa del Este, la retórica nacionalista cristiana ha sido usada como arma para retroceder derechos reproductivos y protecciones LGBTQI+ en Hungría y Polonia, con líderes políticos posicionándose como defensores de la “civilización cristiana”. En el África subsahariana, redes
religiosas ultraconservadoras de EE. UU. han proporcionado tanto financiación como apoyo ideológico para legislaciones anti-LGBTQI+, recientemente en la Ley contra la Homosexualidad de Uganda.

Incluso en las islas del Pacífico, la acción climática ha sido socavada por el cabildeo basado en la fe que niega o minimiza la crisis climática, a menudo invocando teología del dominio para justificar la explotación ambiental.

Estos ejemplos revelan un ecosistema coordinado:

  • Exportación de ideología: redes religiosas fundamentalistas de EE. UU. envían no solo predicadores, sino estrategias políticas, materiales de capacitación y discursos al extranjero.
  • Flujos de financiación: iglesias, ONG y grupos de incidencia canalizan recursos financieros hacia movimientos alineados en el exterior.
  • Legitimación mediante historias de éxito: victorias en un país se exhiben globalmente para inspirar campañas similares en otros

“Estamos presenciando una oposición persistente y generalizada a los derechos humanos y la justicia de género en los foros multilaterales, junto con un aumento de agendas fundamentalistas y el encogimiento del espacio cívico. Las fuerzas religiosas conservadoras han desarrollado métodos y estrategias sofisticadas para influir en gobiernos y negociaciones en instituciones multilaterales: esto incluye
manuales de cabildeo, estrategias comunicacionales poderosas e incluso el objetivo directo contra opositores.”

Caterina Tino, Representante de ACT Alliance ante la ONU

Las consecuencias globales son profundas. Ya sea en Washington, Brasilia, Londres, Budapest, Kampala o Suva, estas alianzas amenazan el pluralismo al intentar consagrar una cosmovisión religiosa en la ley y en la vida pública. Los derechos de las mujeres, la inclusión LGBTQI+ y la
soberanía indígena son tratados como obstáculos para un orden social “bíblico”. La acción climática es presentada como “noticias falsas” o incluso contraria a la voluntad de Dios.

Vistos en conjunto, los dos documentales son más que retratos nacionales: son advertencias proféticas. Muestran que el fundamentalismo cristiano, cuando se aprovecha para manipular el poder político, se convierte en una fuerza bien financiada, estratégicamente astuta y con
redes globales, capaz de desmantelar derechos y remodelar democracias.

Una respuesta basada en la fe

Mientras estos documentales exponen los peligros de un cristianismo politizado y excluyente, es vital recordar que la fe no es enemiga de la democracia, la igualdad ni la dignidad humana. En el mundo, las tradiciones de fe —cristianas y de otras religiones— son profundamente
diversas, con diferentes historias, culturas y comprensiones teológicas. Muchas comunidades de fe están comprometidas con los principios que los movimientos fundamentalistas buscan erosionar: justicia, compasión, inclusión y cuidado de la creación.

Nuestro desafío colectivo es visibilizar estos valores, de modo que la teología no sea monopolizada por voces que la distorsionan para obtener poder. Dentro de ACT Alliance, somos testigos diariamente de cómo teologías liberadoras y la diaconía pueden inspirar la
defensa de los derechos humanos y la protección del planeta. Iglesias miembros en América Latina han acompañado comunidades indígenas que resisten despojos territoriales y destrucción ambiental. Líderes de fe en África han hablado con valentía contra la violencia de género, por la autonomía corporal y han llamado a la plena inclusión de personas LGBTQI+ en la iglesia y la sociedad.

En Europa y Norteamérica, miembros de ACT han movilizado congregaciones para apoyar a refugiados, abogar por la justicia climática y confrontar el racismo. Estas voces teológicas alternativas —arraigadas en la escritura, pero abiertas al diálogo y al pluralismo— demuestran que la fe puede y debe ser fuente de liberación más que de opresión, de puentes más que de división.

Recuperando nuestra fe del extremismo

Como personas de fe comprometidas con la justicia, no podemos permanecer en silencio frente a esta ola global de agendas regresivas. Las mismas redes que erosiona los derechos de las mujeres en un país, censura libros en otro y socaba acción climática en un tercero están
interconectadas: comparten estrategias, flujos de financiación y retórica.

Nuestra responsabilidad moral es conectar estos puntos, nombrar las fuerzas en juego y hablar claramente sobre cómo contradicen los valores centrales de dignidad, igualdad y cuidado por la creación que muchas de nuestras tradiciones de fe sostienen.

El silencio o la neutralidad en este momento corre el riesgo de permitir que las voces más fuertes y excluyentes definan lo que significa ser persona de fe. Al confrontar directamente las narrativas fundamentalistas —en nuestros púlpitos, declaraciones públicas, incidencia y
trabajo comunitario— no solo defendemos los derechos en ataque, sino que recuperamos el espacio para una visión de la fe inclusiva, afirmadora de la vida y comprometida con el bien común. Esto no es un lujo político; es un imperativo espiritual y ético.

Para los miembros y socios de ACT Alliance, este es un momento para pasar de la convicción silenciosa a la acción visible y coordinada. Debemos equipar a nuestras comunidades para reconocer las señales de advertencia de agendas regresivas y anti-derechos —y responder
con incidencia, solidaridad y testimonio público. Esto implica comprometerse con los tomadores de decisiones, desafiar la desinformación, apoyar a los más afectados por leyes discriminatorias y fortalecer alianzas entre comunidades de fe y la sociedad civil.

“No podemos contrarrestar un movimiento transnacional poderoso con una respuesta fragmentada. La fuerza de ACT Alliance radica en su alcance global, su enfoque interreligioso y su arraigo en comunidades locales. Al amplificar voces teológicas diversas dentro de nuestra membresía, y al estar hombro con hombro entre regiones y tradiciones, podemos asegurar que la fe no sea usada como arma para dividir y excluir, sino movilizada para proteger derechos, defender la democracia y cuidar la creación.”

Rudelmar Bueno de Faria, Secretario General de ACT Alliance

Líderes de derechos humanos, incluyendo gobiernos, deben trabajar de la mano con organizaciones basadas en la fe, como ACT Alliance, para contrarrestar narrativas que marginan y erosionan el debate democrático, y proteger aquellas voces valientes que arriesgan sus vidas para promover una idea de fe basada en el amor más que en la sospecha y el odio.

“Este es el desafío de nuestro tiempo —y enfrentarlo requerirá nada menos que coraje y resolución colectiva.”

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