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Francisco puso en evidencia los privilegios de la Iglesia católica, su presunción de superioridad, el eurocentrismo, el encubrimiento de sus intereses políticos, económicos y sociales. El Papa planteó que es necesaria más justicia y paz en el mundo.Más fraternidad y más solidaridad de la humanidad con toda la creación, y de la propia Iglesia con todo el mundo. Francisco dijo que la iglesia necesita pastores, no dirigentes políticos.

Por Pastor Jorge Weishein

15. Creemos que la justificación es obra de Dios trino.

16. Todas las personas son llamadas por Dios a la salvación en Cristo.

Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación firmada por la Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica, en Augsburgo, Alemania, el 31 de octubre de 1999.

El Evangelio en Imágenes

A Jesús muchas veces le pidieron que haga señales y Jesús contó parábolas usando ejemplos de la vida de todos los días. Jesús le sacó sonrisas a gente que no tenía de qué sonreír. Hizo soñar a la gente con la posibilidad de que la realidad puede ser diferente. 

Jesús mostró con la vida de la misma gente cómo todo puede ser diferente si vivimos lo que creemos. La gente a la hora de contar lo que se acordaba de Jesús contó las imágenes que usó para enseñar y las señales que hizo. Es más, de lo que más se acordó la gente es de su piedad desde chico, de su compromiso durante su ministerio, de la injusticia de la cruz, de la tortura hasta la muerte y de su resurrección por todo el mundo. Jesús debe haber dicho y hecho muchísimas cosas más, pero todo eso se quedó en el tiempo.  

El papa Francisco tenía claras estas cosas simples. Lo que queda al final cuando todo se vuelve historia. Es decir, lo que cuenta para la gente. ¿Cuál es el sentido concreto del mensaje? Como dijo hace poco un amigo tras la despedida de su padre, al final, lo que queda es la palabra. Esta es una de las formas de trascender la muerte en la historia. 

Un Papa de Palabra

Francisco fue un líder con una palabra poderosa porque la acompañaba con gestos inesperados. El poder de su palabra estaba en su vuelta a los ideales de la Iglesia y en la forma en que él mismo se propuso vivirlos. Dirigir de acuerdo a ideales y valores suele ser motivo de polémicas porque quien gobierna conforme a ideales sencillamente no hace lo que está previsto sino que se excede, se sale de las formas y de las normas. Las trasciende porque la persona que es llamada a ocupar ese lugar -aunque parezca mentira tener que decirlo- está en ese lugar para transformar la realidad para mejor, para que el mundo sea un lugar un poco más justo. 

Francisco le puso palabras a las preocupaciones de la membresía de la Iglesia, de la gente que espera de la Iglesia respuestas espirituales a sus preguntas existenciales más profundas desde su condición y su situación. Muchas de estas personas estuvieron esperando por décadas un pastor que hable con ellas y para ellas. La Iglesia habló para sí misma durante siglos. 

Francisco interpretó las preocupaciones de la gente, sobre todo, de la gente menos escuchada durante siglos, y esto es quizá una de las razones más importantes de su popularidad. Es curioso que esto es algo que algunos incluso le cuestionan: la apertura al sínodo para escuchar junto con los obispos lo que le pasa a la gente y qué es lo que necesita la Iglesia, la presencia solidaria con las personas más necesitadas del mundo como criterio para la gestión de toda la Iglesia y la comunicación en un lenguaje sencillo para que todo el mundo entienda el mensaje. 

Las Piedras de Tropiezo

Los sectores que lo cuestionaron lo trataron de “populista” porque dicen que buscó todo el tiempo quedar bien con la gente por conveniencia personal, que fue un “autoritario” por despedir personal sin darle explicaciones ni respetar los procesos eclesiásticos, lo acusaron de ser cómplice de “corrupción” porque autorizó el uso de millones de euros de la Iglesia para ayuda social, y le dijeron que sus cartas generaron mucha “confusión” porque no respetó las enseñanzas ni la tradición de la Iglesia. Francisco dijo que si la Iglesia quiere crecer necesita tener olor a oveja, salir afuera y hacer lío. En otras palabras, presencia evangélica, diaconía comprometida y misión pública. Francisco no sólo lo planteó en sus encíclicas sino que además lo puso en práctica durante su propio ministerio papal, enseñó con la palabra y con el ejemplo.

El Papa escuchó que había tres aspectos que complicaron la misión de la Iglesia durante siglos: el clericalismo, el colonialismo y el dogmatismo. 

Francisco se dio cuenta que la Iglesia estaba encerrada: Las decisiones las tomaron siempre solo entre los obispos; la plata de la Iglesia siempre la usaron solo entre ellos y siempre enseñaron sólo lo que era mejor para ellos, según sus propios puntos de vista. Francisco propuso encontrar la manera de resolver los problemas de la Iglesia entre todos juntos, con toda la Iglesia, pidió auditorías externas a la Iglesia para revisar cómo se está usando la plata y sentó a la gente a la par de los obispos para poder revisar entre todos juntos las enseñanzas de la Iglesia. Esta forma de ser Iglesia para algunos fue demasiado “protestante” para ser católicos. Francisco insistió: La Iglesia necesita pastores, no dirigentes.

La gente de la Iglesia le planteó tres grandes temas a Francisco: la vergüenza de los abusos en la Iglesia porque los sacerdotes hacen lo que quieren; la destrucción del planeta que está poniendo en peligro la vida de todo el mundo; la discriminación de un montón de gente en la Iglesia por su identidad y su cultura lo que provocaba problemas serios, incluso la muerte de algunas personas. 

Francisco, para poner en orden a la Iglesia, echó a varios sacerdotes, armó comisiones para investigar los delitos denunciados y le dió intervención a la justicia civil. Esto molestó mucho porque la propia Iglesia siempre se juzgó a si misma. Igualmente, el Papa -aún siendo Papa- dependió siempre de los obispos de cada región, las relaciones con los años se volvieron cada vez más complejas, y nombró a muchos obispos nuevos. Algunos sectores cuestionaron la enseñanza de Francisco de que Dios acepta a todas las personas en la Iglesia diciendo que si bien Dios tiene misericordia la Iglesia también tiene una tradición.

La situación ambiental en todo el planeta la trabajó de varias maneras, pero tuvo muchas resistencias: propuso escuchar a los pueblos originarios y lo acusaron de “panteista” por aceptar otros dioses, planteó que es necesario que la justicia condene el ecocidio y que la economía se adapte a la naturaleza sin abusar de sus recursos, y lo acusaron de “comunista”, les pidió a los gobiernos de todo el mundo que sean más democráticos y que trabajen entre todos juntos por la paz y lo acusaron de ser “autoritario” y de querer imponerles cómo tienen que gobernar. En fin, toda esta serie de acusaciones solo mostró la cantidad y la complejidad de intereses que estuvieron en juego durante su papado.

Frente al planteo de “discriminación” de las mujeres, las madres solteras, personas divorciadas y de la diversidad sexual en la Iglesia el Papa planteó que esto es algo demasiado grave y sensible, que son cosas que se tienen que discutir en Sínodos, con representantes de todas las personas del mundo que están afectadas por este problema, y que es necesario analizar y entender juntos los problemas para proponer soluciones entre todos. Esta propuesta llevó a que este tema se trabaje en distintas regiones y que también se empiecen a proponer cambios para presentarlos en los Sínodos. Esta dinámica participativa fue cuestionada por algunos grupos porque plantearon que Francisco “dividió a la Iglesia” y “puso en duda la doctrina” de la Iglesia.

Las Preguntas de Francisco

Durante su ministerio papal Francisco levantó tres preguntas fundamentales para la historia universal y para la propia historia de la Iglesia cristiana: ¿Qué Dios predica la Iglesia? ¿Para qué sirve la fe en Dios? ¿Quién soy yo para juzgar? 

La pregunta por el mensaje de la iglesia sobre Dios puso en evidencia la falta de más teología en la Iglesia y el dominio de una doctrina que limitaba al Evangelio. La pregunta por el sentido de la fe va al encuentro de cada vez más personas que comparten esta misma pregunta hace décadas. En muchos casos, la respuesta de la gente es simple: la fe en Dios no tiene sentido porque no sirve para nada, y en el peor de los casos solo sirve para maltratar y hacer sufrir a las personas. 

La pregunta por la forma en que la Iglesia muestra a Dios al mundo es una autocrítica profunda porque no sólo pone en revisión la teología sino a la Iglesia como un proceso histórico en curso: ¿en qué nos convertimos como Iglesia, de quién es la Iglesia y para qué está la Iglesia en el mundo? Esta cuestión está relacionada directamente con cómo esta forma de ser Iglesia influye en la relación de las personas de fe con el ambiente y las demás personas y con cómo se ve la propia Iglesia frente al mundo y las demás religiones. Francisco dijo que Dios no se cansa de perdonar. 

Francisco puso en evidencia los privilegios de la Iglesia católica, su presunción de superioridad, el eurocentrismo de la Iglesia, el encubrimiento de sus intereses políticos, económicos y sociales. El Papa planteó que es necesaria más justicia y más paz en el mundo y que para alcanzar esto son necesarias más fraternidad y más solidaridad no solo entre la misma humanidad y de la humanidad con toda la creación, sino de la propia Iglesia con todo el mundo. Francisco dijo que la iglesia necesita pastores, no dirigentes políticos.

Sus opositores ya plantearon que el tiempo comenzó a barrer el polvo del francisquismo. Sus aliados afirman que ha sido un papa que dejó bases fundamentales para transitar como Iglesia las encrucijadas del mundo actual. En el mundo entero, sectores sociales que históricamente fueron indiferentes a los papados han notado la relevancia de Francisco. 

La Iglesia, como la humanidad misma, está en deuda con su propia historia pero la historia no solo está en manos de sus protagonistas sino en el espíritu que mueve los tiempos. Nadie tiene todavía el transistor con el cual sintonizar el kairós de los cambios que el mundo necesita. Esto en teología es un asunto de la escatología, y las razones del fin del mundo son una cuestión de fe y esperanza. 

Vayan, pues, ustedes a las calles principales, e inviten al banquete a todos los que encuentren.” Los criados salieron a las calles y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos; y así la sala se llenó de gente (Mt 22,9-10).

Todos son hijos de Dios y cada uno busca a Dios y lo encuentra por el camino que puede. Dios solamente aparta a los soberbios. Los demás, todos pecadores, estamos todos en la fila” (Francisco)

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