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Mensaje a partir de Lucas 2,41-51 ¿Cómo puedes hacernos esto?

Por Pastor Jorge Weishein

Estimadas hermanas, Estimados hermanos,

que el espíritu inquietante del niño Jesús siga movilizando nuestros espíritus para profundizar nuestra fe y nuestras convicciones en este tiempo de tantos cambios sociales, políticos, culturales, climáticos. Amén

Hace unos días, mi hijo interrumpe un diálogo con mi esposa diciendo; “¡Miren cuántos beneficios tiene para los niños el juego online!” Y procedió a hacernos ver un video en el que se detallan diferentes habilidades, capacidades y destrezas que desarrollan los niños con el juego online: socialización con personas nuevas, rapidez en las respuestas, involucramiento de diferentes inteligencias, conocimientos en operaciones matemáticas e informáticas, agilidad para el razonamiento. La verdad que la recreación online durante la pandemia fue fundamental para poder sobrellevar el encierro, no sólo para las infancias. 

La generación que nos hemos criado jugando en potreros, con amigos en el barrio y andando por todos lados, este tipo de recreación sedentaria no nos convence, además de que si la socialización es solamente virtual tampoco es saludable. Pero, su intervención me hizo pensar, tomar en serio su preocupación, y agradecerle por compartir su punto de vista. 

Él sabe, y nosotros también, como sus padres que lo hemos reprendido muchas veces por pasar horas jugando, incluso dejando de lado responsabilidades que tenía a su cargo. Esto muchas veces generó discusiones y situaciones poco felices. Estas situaciones extraordinarias, sin embargo, no quitan mérito a sus argumentos. La realidad es que estas actividades online no necesariamente son malas en si mismas. Él conoce aspectos de la cultura y la geografía de diferentes países del mundo a partir de los juegos online y de entrar en contacto con gente de distintas realidades del mundo. Algo que, en mi caso, esto solamente pasó al hacer algún viaje al extranjero y ya de adulto. Él, por su parte, tiene el mundo integrado a su realidad cotidiana. La computadora además de una ventana a distintos lugares del mundo es una manera de vivir en el mundo, en lugares donde incluso, encuentra amigos y amigas.

Leyendo el relato bíblico de Lucas, veo a Jesús en medio de un mundo de gente, gente de todos lados del mundo que se acerca en Pascuas al templo en Jerusalén. Incluso, Jesús se les pierde a sus padres y ellos regresan pensando en que quizá estaba volviendo con la caravana de su pueblo. Sin embargo, no era así, y cuando se dan cuenta vuelven desesperados a Jerusalén. ¿Qué estaba haciendo Jesús? Conversando con diferentes personas. ¡Vieron cómo son los chicos! ¡Hablan de todo con todos! En este sentido, no importa de dónde sea la gente, ni quienes sean, ni a qué se dediquen, ni tampoco si ocupan algún lugar de autoridad. Jesús habla con todos. 

José y María encuentran a Jesús conversando con las autoridades del templo. Lo más curioso es que la gente estaba asombrada por la conversación de Jesús. Un niño sumamente extrovertido y capaz. ¡Vieron cómo son los chicos! ¡Ellos siempre saben todo y lo saben muy bien! En este caso, los propios maestros y autoridades religiosas del templo lo confirman. Jesús los hizo pensar. Jesús los puso en cuestión. Ellos encontraron en Jesús a un niño que los pudo interpelar. El texto no lo dice, pero ellos reconocen a Jesús como un par. Esta relación que Jesús logra construir con estas personas adultas poniendo sus capacidades y habilidades a la altura de ellas es motivo de asombro. 

José y María no van a ser la excepción. Ante el cuestionamiento de sus padres, sobre cómo es posible que haya hecho algo así sin avisarles, Jesús les contesta: ¿Cómo no me voy a ocupar de las cosas de mi padre? Esta re-pregunta de Jesús a sus padres, preocupados después de tres días de estar buscándolo, los deja perplejos. Jesús volvió a Nazaret con sus padres pero esta situación quedó grabada en sus corazones para siempre. El texto aclara que Jesús era obediente con sus padres y que particularmente María, guardaba estas situaciones -especialmente- en su corazón. ¿Será que habrá sido la propia María la que contó esta historia? No lo sabemos, pero es algo que podríamos imaginar posible.

Jesús nació y creció en una cultura del diálogo y en contacto con personas distintas culturas. La fluidez de la palabra y la centralidad de la escucha hacen de su cultura el corazón de su ministerio como adulto. De esta cultura se desprende el valor central de la buena pregunta como recurso para pensar lo que se cree y se vive. Jesús a lo largo de su ministerio va a colocar historias con preguntas para responder muchas veces a otras preguntas. Las pocas afirmaciones de Jesús, incluso sin retomar las preguntas a las que corresponden, resultan poco apropiadas para ser difundidas de forma aislada, ya que siempre de nuevo, la idea es poner en discusión la voluntad, el saber, la fe, los valores, las ideas de justicia a partir de un hecho o aspecto de la realidad de alguna persona o grupo. 

Un aspecto central en el trabajo con las infancias, es el respeto de sus identidades, sus procesos, sus preguntas, sus duelos, sus búsquedas, sus realidades. ¿Cómo sería posible como iglesia poder llevar adelante el trabajo en tantos jardines y centros de día con niñas y niños sin tomarlos en serio, sin tomarlos en cuenta, sin tomar sus propias decisiones? La iglesia acompaña a las personas en su camino de fe por la vida desde la más pequeña infancia hasta sus momentos más decisivos y difíciles. ¿Cómo acompaña la iglesia? Al igual que lo hace el niño Jesús, con sus preguntas, ocupándose de los asuntos de su padre. 

¡Cuántas veces se le pide a la iglesia decir algo sobre diferentes temas! ¡Cuántas veces genera decepción que la iglesia en vez de hacer afirmaciones coloque preguntas! La iglesia aprende de camino con las comunidades, con la gente, con las infancias, adolescencias y personas adultas, en sus diferentes realidades. Esta oportunidad de poder ver las cosas desde tantos puntos de vista distintos es algo que pocas personas logran entender y que pocas tienen la oportunidad de poder llegar a vivir. La iglesia integra una diversidad de culturas y preguntas. ¡Qué importante que las iglesias mantengan ese espíritu del niño Jesús y puedan seguir haciéndose preguntas! Sobre todo, cuando pareciera que se quiere hacer creer que si una iglesia no es contundente, afirmativa y sentenciadora entonces no es iglesia. Esa iglesia y el evangelio de Jesús se deben un buen diálogo y buenas preguntas. 

Estimadas hermanas y estimados hermanos, Jesús siendo adulto va a seguir poniendo a las niñas y los niños como ejemplo y como modelo para las personas adultas. Dios permita que como comunidades de fe estemos siempre abiertas a escuchar, a aprender, a compartir, para tener cada vez más preguntas para hacernos, para tener cada vez más sobre qué pensar, para tener cada vez más de qué ocuparnos en el nombre de nuestro padre Dios. La diaconía de la iglesia tiene esa función de generar preguntas, siempre presente en medio de realidades que cuesta mucho poder ver y reconocer entre las infancias más pobres, las mujeres más vulnerables, los pueblos más discriminados, el ambiente más contaminado, entre tantas otras realidades que nos cuestionan nuestra fe y nuestras convicciones. 

Demos gracias al niño Jesús, como a tantas niñas y niños, incluso, nuestros propios hijos e hijas, por ponernos en cuestión, y animarnos a revisar nuestras creencias, costumbres, ideas, y formas de vivir la fe y de ser iglesia en cada una de nuestras realidades. 

Dios nos bendiga con su evangelio para que la vida plena y digna sea un testimonio visible entre nosotras y nosotros. Amén

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