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Más de un centenar de mujeres de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata se reunieron en Misiones. Bajo el lema “Caminos de ayer que hoy nos convocan”, recogieron el legado de quienes abrieron sendas y afirmaron nuevos desafíos de las mujeres en la iglesia y la sociedad.

Más de 125 mujeres de la iglesia se reunieron durante cuatro jornadas en el Instituto Línea Cuchilla de la localidad de Ruiz de Montoya, Misiones. El programa incluyó devocionales, estudios bíblicos, talleres sobre temas de actualidad y espacios creativos.

Estela Andersen, pastora y parte del equipo organizador,  explicó que el encuentro buscó mirar hacia atrás para valorar los logros de las mujeres y hacia adelante para definir nuevos desafíos, utilizando estudios bíblicos con perspectiva de género. 

Un gesto central consistió en traer a la memoria a las mujeres que allanaron el camino. Así las participantes construyeron una gran línea de tiempo que rodeó de imágenes e historias el salón central.

“Caminos de ayer que hoy nos convocan para pensarnos a nosotras desde mujeres de la iglesia, si se quiere también desde un feminismo propiamente ierpino”, comentó la pastora Andersen.

En la misma línea, Annedore Held, pastora con 40 años de experiencia, señaló que si bien se escucha más a las mujeres hoy, aún hay desafíos como profundizar la inclusión.”Hay que seguir trabajando”, señaló.

Iris Reckziegel, vicepresidenta de la IERP, definió el encuentro como un espacio de contención: “Es un refugio que invita a autoanalizarnos, ver qué qué hacemos, qué huellas dejamos nosotros en en la vida de las demás personas, en nuestras congregaciones, en las comunidades y en la iglesia toda”

Durante la asamblea las participantes votaron el nuevo nombre del equipo coordinador, «Mujeres Ierpinas», un logo representativo y se designaron a Gabriela Koch del distrito Entre Ríos, como nueva coordinadora para los próximos tres años.”Mi meta es trabajar para que todas las mujeres sean reconocidas, visualizadas y valoradas dentro de la Iglesia, con voz y voto en la toma de decisiones”, comentó Gabriela, sucesora de la misionera, histórica referente de la antigua Comisión de Promoción de la Mujer (Co.Pro.Mu), Eduviges Schebela

La actual vicepresidenta de la IERP invitó a acompañar del próximo encuentro que será en 2028: “Tomémonos el tiempo y la valentía, el coraje, de vivir una experiencia nueva, de compartir, a conocer gente nueva, a caminar juntas como hermanas” y concluyó:  “Estamos todos invitados a construir lo que nosotros soñamos como iglesia”.

El encuentro recibió los saludos del pastor presidente de la IERP, Leonardo Schindler, de la Iglesia Evangélica Luterana Unida, el grupo de mujeres de la Obra Gustavo Adolfo, la Federación Luterana Mundial y Maria Laura Tolu, representante por América Latina en el Comité Internacional del Día Mundial de Oración.

Jueves de negro: con una mariposa en el corazón

El Segundo Encuentro Sinodal de Mujeres comenzó el jueves con el devocional de «Jueves de Negro», un movimiento global para visibilizar la violencia contra las mujeres. Este momento incluyó una reflexión sobre el silencio impuesto históricamente a las mujeres y un llamado a la acción, con las participantes vistiendo de negro y reflexionando sobre un texto bíblico que ilustraba situaciones de abuso y la importancia de romper el silencio. Las mujeres dejaron en un capullo de mariposa el dolor que habían callado,  transformándolo en vida y vuelo. 

“Adonde tú vayas, yo iré”: un tiempo de encuentro, camino y memoria compartida

El devocional del sábado por la mañana abrió la jornada del Segundo Encuentro Sinodal de Mujeres de la IERP convocando a caminar juntas, reconociendo las huellas de quienes no pudieron estar físicamente, pero acompañaron “en espíritu y corazón”. En la oración de apertura se invocó al Dios que es luz en la oscuridad, al Jesús que une y ofrece vida nueva, y a la Ruaj, Espíritu que da fuerza y permite compartir la fe.

El relato de una caminata bajo la lluvia —protagonizada por mujeres de pueblos originarios y afrodescendientes de América Latina— dio paso a la Palabra que narra el andar de Rut junto a Noemí: “No insistas en que te abandone y me separe de ti, porque adonde tú vayas, yo iré”. Así, la historia bíblica iluminó la fuerza del acompañamiento silencioso, fiel, sororal.

La dinámica propuso dejar en el camino las huellas de mujeres de las comunidades, reconociendo a aquellas que marcaron el andar propio en la fe. Se invitó también a recordar momentos en que esa llama se encendió con más intensidad y a dar gracias por quienes estuvieron allí, acompañando.

“El camino de la fe junto a otras mujeres nos hermana”, se expresó durante la reflexión. El gesto de caminar, mirar, reconocerse, sonreír y dejar huellas comunes permitió sentir que, a pesar de las diferencias, hay una fe que une, sostiene y transforma.

La oración final agradeció por los aprendizajes y por el regalo de compartir el sendero con otras mujeres: “Podemos ser las huellas que otras necesitan para seguir adelante”.

Estudio, diálogo y creatividad que entrelazaron la fe con la vida cotidiana

Los estudios bíblicos con perspectiva de género ofrecieron una lectura crítica de las Escrituras, centrada en las voces y experiencias de las mujeres. “Buscamos analizar los textos desde la narrativa femenina, para reconocer presencias, ausencias y silencios”, señaló la pastora Estela Andersen. Sarah, Agar, Miriam, Ruth y Noemí, María, Prisca y las lideresas en la Iglesia primitiva fueron algunas de las figuras abordadas.

En los talleres temáticos permitieron reflexionar sobre el rol de las mujeres en la iglesia y en la sociedad actual, reconociendo los pasos dados y los desafíos por venir. Marina Rodríguez, del Uruguay, dio un taller sobre individualismo: “Nadie se salva solo, ni sola y que necesitamos recuperar lo común, la comunidad.” También se ofrecieron espacios sobre salud integral, mujeres que seguían a Jesús, feminismo, maternidad, derecho, gestión de las dificultades, espiritualidad, viejos mandatos y nuevacs exigencias.

A través del arte, en los ocho talleres creativos, las vivencias personales se transformaron en memoria colectiva, con gestos que invitan a seguir caminando juntas, sembrando justicia y esperanza. Porque al dejar huellas, también abrimos sendas para las que vienen detrás.

La participación de la juventud fue muy valorada: guiaron espacios de recreación con juegos y fogón, y así se fortaleció el diálogo intergeneracional, uno de los objetivos del encuentro.

Azul Knetch, coordinadora juvenil, resaltó la energía positiva y las ganas de aprender de la juventud,  considerando el encuentro como una fuente de fortalecimiento y motivación. “La energía que transmiten todas las mujeres estando juntas es increíble”.

Siguiendo las huellas del Buen Pastor

El encuentro culminó con un culto guiado por todas las ministras Karin Krug, Annedore Venhaus, Karla Steilmann, Rufina Rapp, Estela Andersen, Cristina La Motte, Patricia Roggensack (vicaria), Cristina Kilian (diácona) y Mónica Hillmann, con un espíritu de profunda comunión. 

El altar, adornado con flores naturales, velas y la mesa de la Santa Cena, simbolizó la belleza y lo compartido durante los días intensos. Bajo el lema “Siguiendo las huellas del Buen Pastor”, la liturgia destacó el llamado a una vida de fe encarnada en la justicia, la ternura y el servicio.

La oración de invocación recordó la presencia de Dios en la historia de mujeres bíblicas como Sara, Agar, Ruth, María y Priscila, y animó a seguir sus huellas, “crecer en la fe y entender tus enseñanzas”. En un acto colectivo de confesión y perdón, se reconocieron errores y se renovó el compromiso de ser luz en medio de la oscuridad, como el Buen Pastor que cuida a cada oveja sin excepción.

La pastora Annedore Held tuvo a su cargo la predicación con una reflexión sobre Jesús como el buen pastor que conoce nuestros nombres y nuestras historias, y una invitación a poder compartirlas y conocerlas entre nosotros y nosotras..

Salmo 118 fue proclamado con alegría : “Den gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno”. Y la comunión compartida en la mesa fue signo de esperanza, fortaleza y unidad entre hermanas de todos los distritos. El “Credo de las mujeres”, reafirmó una fe que camina con Jesús y honra las huellas de tantas que allanaron el camino.

El culto concluyó con palabras de envío y bendición: “Vayan en la paz de Dios, dejen huellas que marquen el camino”. Un cierre que no fue despedida, sino impulso a seguir construyendo comunidades vivas, seguras y comprometidas con la justicia de Dios.

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