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La preocupación del movimiento de la Reforma protestante, desde sus inicios en el siglo XII, inspirado en el evangelio de Jesús, estuvo siempre centrado en la libertad de las personas. Este movimiento planteó siempre el debate sobre la importancia central de la educación para una vida de fe libre y adulta, tanto en las iglesias como en las audiencias con las autoridades públicas.

Por: Pastor Jorge Weishein

Antes de la Reforma protestante la educación era un privilegio de las aristocracias y del clero religioso. El movimiento de la Reforma promueve la educación de las familias, ya sea el conocimiento de la fe como el estudio de las ciencias, los saberes culturales como el aprendizaje de oficios. La propuesta religiosa de la Reforma es integral porque se basa en la igualdad de todas las personas y en la necesidad de todas las personas por igual de tener la misma educación.

El movimiento de la Reforma surge discutiendo desde la fe la desigualdad de oportunidades y posibilidades de las personas para vivir bien y poder vivir como Dios llama a vivir a toda la creación. El movimiento de la Reforma creó escuelas públicas como tarea diacónica reclamando a las autoridades monárquicas que se ocuparan de la educación de todo el pueblo. Este énfasis de la tradición de la Reforma en la educación va a arraigar en la fe de la gente la importancia de la cultura humanista y la ilustración. La tradición reformada comparte con estos movimientos la convicción de la necesidad de la educación para ser mejores pueblos, mejores ciudadanas y ciudadanos, mejores hijas e hijos de Dios, conocer más y mejor la gracia de Dios.

La mayordomía de la creación es una vocación que convoca a todo el pueblo y es una tarea solidaria y común a todas las criaturas. Esta postura del movimiento de la Reforma va a cuestionar fuertemente a las autoridades monárquicas y religiosas de ese momento por estar centradas en la generación de trabajo y de riqueza sin consideración por la justicia y la calidad de vida de la creación. Estos cambios en la forma de comprender a las personas y el rol de las autoridades públicas, desde la fe, cambia completamente la función social de la población y sus autoridades porque pasan a ser claves las tomas de decisiones colectivas, tanto en las iglesias como en los municipios, donde las decisiones se toman a través de asambleas y en debates públicos. Estas experiencias son justamente el origen del mote de ‘protestantes’. Este planteo de la Reforma en plenas teocracias durante la Edad Media rompe paradigmas y genera enormes resistencias. Estos ejercicios democráticos bajo regímenes monárquicos y teocráticos sientan las bases históricas para la transformación política de los pueblos que admiten el movimiento protestante en sus territorios.

El protestantismo ha sido escuela de importantes referentes en la educación, la cultura, la política, en todo el mundo, y lo sigue siendo hasta la fecha. Decenas de escuelas y universidades públicas en el mundo entero tienen origen en la demanda y el fuerte compromiso de comunidades protestantes. En nuestros pueblos y ciudades, con presencia protestante, basta indagar sobre las primeras experiencias de participación democrática de algunas y algunos de sus referentes sociales para comprobar el aporte al fortalecimiento de la sociedad civil que continúa haciendo el protestantismo hasta nuestros días. Este hecho ha conducido a que en diferentes países se haya reconocido su incidencia pública declarando el 31 de octubre como un feriado religioso para las comunidades protestantes en agradecimiento a su aporte en distintos espacios del ámbito público.

A nueve siglos de iniciado el movimiento de la Reforma y a cinco siglos de la reforma luterana, que será un impulso para tantas otras reformas, las comunidades y organizaciones vinculadas a esta tradición siguen debatiendo la justicia social, la justicia ambiental, la justicia de género, la justicia con mayúsculas. El motor de este movimiento social y ecuménico, basado en la fe, es la certeza del deseo de Dios y el compromiso de Dios para que su creación pueda estar a salvo (Efesios 2,8) Esta certeza es motivo del agradecimiento y la diaconía permanente de sus comunidades cristianas “solo para la gloria de Dios”. El compromiso siempre es con la calidad de vida, con la libertad para elegir y el trabajo conjunto con toda la población para vivir felices con toda la creación.

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