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Hora de Obrar relevó las condiciones de conectividad e impulsó donaciones de computadoras para ocho centros de día.

Cuando un servicio se vuelve esencial para el desarrollo de la vida, surge un nuevo derecho a garantizar en los espacios comunitarios. Gracias a las articulaciones con Fundación Equidad y Grupo GAMAN la Fundación facilitó la donación de 10 computadoras y accesorios para los centros de día que acompaña cotidianamente. La Iglesia Reformada en Quilmes, ASE San Fernando, el Centro de Día Arcángel Gabriel de Polvorines, La Casona y centros de la Red Angelleli, de Florencio Varela ya recibieron los equipos y, en las próximas semanas, llegarán a El Sembrador de Ezeiza, Casa San Pablo de Bella Vista y el Centro de Día Caricias de Maty de Brandsen.

“La pandemia ha marcado una nueva etapa en la forma de vida en nuestras sociedades. Sin embargo, se sostienen formas sumamente desiguales de transitar este período. Ciudades como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Asunción o Montevideo albergan, al mismo tiempo, zonas totalmente integradas al minuto a minuto del mercado mundial a través de internet y barrios humildes en los que sólo se cuenta con un dispositivo para garantizar la conectividad de todo el grupo familiar”, explicó Nahuel Gravano, politólogo e integrante del equipo de Programas y proyectos de Hora de Obrar: “Esta desigualdad en el acceso a la conectividad se suma a otras ya conocidas, cuyas consecuencias son el hambre, la pobreza, la discriminación o la contaminación ambiental.”

El relevamiento en los centros de día

Este escenario se confirmó, luego de realizar un relevamiento entre las organizaciones con las que articula la Fundación en Paraguay, Argentina y Uruguay: ninguno de los espacios comunitarios cuenta con las condiciones necesarias para sostener actividades virtuales. Solo la mitad dispone de al menos una computadora y, salvo una excepción, son equipos viejos en mal estado. La mayoría no tiene conexión a internet y el resto accede de manera deficiente.

La conectividad es hoy un nuevo requisito para la inclusión, que muestra nuevamente la capacidad de reproducción y permanencia de la desigualdad. “En cuestión de días vimos pasar por delante una transformación del andamiaje social, político, económico y cultural. Casi todas las relaciones sociales pasaron a estar mediadas por conexiones a internet y la posibilidad de tener dispositivos adecuados: el trabajo, los trámites, la escolaridad, las consultas médicas, la provisión de alimentos, el entretenimiento y el ocio, los cultos y actividades comunitarias…”, profundizó Gravano.

En los próximos años muchas prácticas se desarrollarán en el plano digital y esta dimensión de trabajo social tomará un rol central. Es por eso que se hace imprescindible acompañar procesos de inclusión para una sociedad más justa y hoy en día, el medio que más lo garantiza es el acceso a la conectividad. “Esta forma de vida digitalizada parece haber llegado para quedarse”, concluyó.

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