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El año 2022 tiene apenas tres meses y además de la terrible crisis mundial en torno al Covid-19 y la catástrofe climática masiva que nos amenaza, hay una guerra, una guerra de agresión en Europa, una guerra con connotaciones muy particulares. Lars Bedurke analiza la guerra desde una perspectiva de género en esta nota publicada en el blog de la organización protestante Pan para el Mundo.
Foto de Katie Godowski en Pexels
Pan para el Mundo está comprometido con una vida de paz y dignidad. Buscamos fortalecer a las personas afectadas por conflictos violentos, legal, económica y psicosocialmente. Al mismo tiempo, apoyamos a activistas que están siendo perseguidos por su compromiso con la paz, los derechos humanos o la protección del medio ambiente. Promovemos un examen crítico, culturalmente sensible, de las estructuras de poder dominadas por los hombres. Lo que nos hace optimistas es el enfoque en una política exterior feminista consistente, establecida en el acuerdo de coalición [del nuevo goberno alemán]. En otras palabras, una política que no se base en la disuasión, sino en la desmilitarización, la mediación y el uso de mecanismos no violentos.

Por el fin de las desigualdades

Espadas transformadas en rejas de arado. Esa fue la posición clara e inequívoca del movimiento de paz de la iglesia en la República Democrática Alemana​. Ni la disuasión, ni las armas de destrucción masiva, sino únicamente el diálogo y las negociaciones en igualdad de condiciones, son capaces de garantizar la paz. En la década de 1980, el mundo se había armado y se encontraban enfrentados unos contra otros, pero de nada servía esto para la paz. Terminar con las injusticias globales, y realizar los cambios necesarios para habitar un mundo ecológicamente sostenible, son los componentes básicos para una "paz positiva" que sea colaborativa e inclusiva, y que promueva la unión de la sociedad en su conjunto. Este enfoque va más allá de la ausencia de guerra y violencia, buscando incluir la promoción de la justicia social y el desarrollo sostenible para todas las personas.

Los jóvenes apuestan por el futuro

Afortunadamente es posible afirmar que las nuevas generaciones en todo el mundo están activamente involucradas contra la catástrofe climática y el apoyo a refugiados. Asimismo,  toman posiciones claras contra el racismo y gritan su “No a la guerra” en las manifestaciones de Alemania y el resto del mundo. Estamos convencidos de que para asegurar el futuro del planeta, se deben tomar medidas urgentes que eliminen las estructuras injustas y reduzcan las hostilidades de manera definitiva. Los modelos clásicos de supremacía masculina, dominio blanco y explotación desenfrenada de los recursos naturales nos han llevado a donde estamos hoy. Si bien es posible que en un primer momento haya resultado entretenida la exhibición de masculinidad de Vladimir Putin, hoy resulta innegable que el chovinismo, la masculinidad tóxica y las creencias racistas engendran los crímenes más horrendos contra la humanidad.

La necesidad de terminar con el patriarcado

Durante una visita a Moscú en febrero, Jair Bolsonaro dejó en claro su cercanía con el presidente ruso y afirmó que comparten una comprensión común de Dios, la patria y la familia (la familia heterosexual tradicional, eso sí). Esta alianza va de la mano de una visión de poder al que deben someterse los más débiles y vulnerados. Se basa en el supuesto de que estos "valores tradicionales" incluyen la desigualdad de género, la explotación de la mujer y la represión estatal de aquellos cuya forma de vida, autopercepción y acciones no se ajustan a las estrechas normas patriarcales.

El problema es que esto no se detiene en la violencia retórica o la exhibición hiperbólica y ridícula de la masculinidad. Estas narrativas se convierten en una realidad amenazante. La subyugación de estados soberanos sin tener en cuenta acuerdos internacionales es parte de esta realidad, así como lo son el uso del sufrimiento y la destrucción como instrumentos del ejercicio del poder patriarcal. La destrucción es utilizada como amenaza y llevada a cabo brutalmente. El ataque a Ucrania, salpicado de una historia místico-histórica de “pueblo y sangre”, y la destrucción desenfrenada de la Amazonía -y, por tanto, no solo de los recursos del planeta, sino también de los medios de vida de la población indígena- son solo dos ejemplos de esto. Es un hecho que tanto las mujeres, como las poblaciones LGBTQ, son las principales víctimas, elegidas para las demostraciones de poder de los gobernantes autocráticos: las legislaciones en Hungría, Polonia y Rusia dicen mucho de lo que el drama en Chechenia y la impunidad (no solo) en Brasil gritan a los cielos.

Otra sociedad es posible

Muchos jóvenes de todo el mundo están utilizando su voz valiente e informada para alterar el status quo del poder, abogar por el diálogo y desafiar el desprecio por los más vulnerables de la sociedad. Comparten la idea de que no podemos seguir viviendo como hasta ahora. Es esencial para dar forma al futuro que necesitamos, que los más débiles y vulnerados sean reconocidos como sujetos plenos de derecho, y dejen de ser tratados como objetos de explotación por parte de quienes están en el poder. Para el trabajo realizado desde Pan para el Mundo, la violencia y la opresión de género y estructurales no deben tener lugar en ninguna sociedad. Para esto resulta importante desenmascarar los patrones estructurales de desigualdad, y desmantelar las estructuras opresivas. Pan para el Mundo contrarresta el antifeminismo, expresado en ideas antidemocráticas e intolerantes, con autodeterminación y participación social y política, especialmente para aquellos que están marginados, y eso debe convertirse en un trabajo cotidiano.

Tiempo de repensar

Así que no es una farsa hablar de política exterior feminista. Es importante decir que debemos seguir haciendo nuestra parte para promover la "deconstrucción" y el desaprendizaje de viejas y tóxicas visiones del poder. Esto implica promover el pensamiento crítico. Impulsar un mundo diferente, lejos de la construcción del poder imperial, la explotación desenfrenada y la manifestación de la agresión y la violencia,  que camine hacia un fortalecimiento de las relaciones entre sí. Debe seguir siendo nuestro objetivo poner fin a los discursos de odio. El futuro siempre es promisorio cuando las personas desarrollan de manera consistente los valores y actitudes necesarias para sentir empatía por los demás y disfrutar trabajando por la creación y preservación de un planeta pacífico, justo y ecológico.”

Lars Bedurke es director del área de educación de Pan para el Mundo.

Pan para el Mundo aboga por la superación del hambre, la pobreza y la injusticia con actividades en más de 90 países en todo el mundo. Pan para el Mundo es la organización de ayuda de las iglesias protestantes en Alemania, con vínculos de cooperación históricos con la Iglesia Evangélica del Río de la Plata y su Fundación Hora de Obrar.


Texto original: 
https://www.brot-fuer-die-welt.de/blog/2022-krieg-ist-immer-ein-patriarchales-machtinstrument/



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